Aunque Lucío no le preguntó a Hugo más detalles.

Él sabía muy bien que, con el carácter de Hugo, incluso si supiera algo, lo mantendría en secreto, ya que para él la armonía de la familia Hernández era lo más importante.

Sin embargo, ¿cómo podría no vengar la muerte de su madre?

Después de escuchar en silencio, Hugo también suspiró. No quería que Lucío, recién llegado, indagara en estos asuntos. No tenía sentido más allá de causarle dolor.

Finalmente, Hugo cambió de tema:

—Tu padre se alegró mucho al saber que habías vuelto. Deberías ir a verlo.

Lucío asintió con la cabeza, y Lantit, al ver que se iba, lo siguió.

—Quizás deberías quedarte aquí a descansar un poco, después de tanto ajetreo, debes estar cansado, ¿no?

Lucío frunció el ceño, sin intención de dejar que Lantit se involucrara más.

Los asuntos internos de la familia Hernández, sobre todo si eran tan vergonzosos, no era bueno que los conociera un extraño.

—No, quiero que vengas conmigo, no puedes dejarme atrás.

Hugo miró a Lant