Anteriormente, Jose a veces recordaba este asunto, pero como Ana siempre había estado bien de salud, sin mostrar ningún síntoma extraño, poco a poco lo olvidó. Quizás, era una especie de optimismo ingenuo. Al pasar tanto tiempo al lado de Ana, comprendió que antes había estado engañado, ellos no tenían la intención de usarlo como un banco de sangre para Javier.
Pero ahora...
Jose sentía que las cosas no eran tan simples. Javier se giró y vio que Jose estaba temblando levemente, luciendo muy mal, y rápidamente lo empujó.
—¿Qué te pasa? Te ves muy mal, ¿acaso también estás enfermo?
—No, no estoy enfermo, necesito ir al baño. Javier, acompáñame, por favor —dijo Jose, tomando la mano de Javier y corriendo hacia afuera.
Después de pasar tanto tiempo con Javier, Jose había desarrollado un vínculo profundo con él, así que cuando surgía algo, lo primero que pensaba era en consultar con Javier.
—¿A dónde van, Javier, Jose? —Ana, viéndolos apresurados, no pudo evitar preguntar.
—Vamos al baño, y