Ellis se sentó en su silla al mismo tiempo que Vittorio se metía en su esmoquin. De su bolsillo salieron su cigarro y su encendedor de oro marcado con sus iniciales. Él encendió el cigarro con tranquilidad y entonces saludó a Ellis que abrió los labios diciendo:
— Entonces, ¿ahora vas a contestarme dónde está mi hermano? - preguntó Ellis.
—Tu hermano está a salvo. - Respondió Vittorio antes de fumar su cigarro.
— Lo que no me consuela en absoluto, pues hasta donde yo sé uno de sus matones dijo que picaría a mi hermano en mil pedazos. - Afirmó Ellis, irritada. Si había algo que ella no soportaba era humo y aquel hombre parecía fumar solamente para provocarla.
—Ézio no es un matón. - Corrigió a Vittorio después de soltar el humo.
—No me importa lo que sea. Lo único que deseo es a mi hermano... entero. Y no con todos los 500.000 pedazos que su matón dijo que haría de él.
— Señorita Barker, siento mucho la forma equivocada como Ezio negoció con usted.
— No quiero una disculpa, quiero a mi