Devan se detuvo un momento, y con su acento afeminado — Lo siento, queridísimo Noah — dijo, pero este lo miró con más enojo, odiaba las persuasiones, y sobre todo se sentía frustrado por saber que Sophia no aparecía por ningún lado. Estaba ansioso por no mirarla, porque quería hablarle, decirle lo que estaba sintiendo.
— Qué me digas, qué pasa, no te entiendo, habla claro — Le insistió con voz fuerte
— Pues, es que, Noah, pensé que estabas enterado — titubeó Devan con sus ademanes femeninos más pronunciados por el nervio que le provocaba la situación
— De qué, habla, de qué — repitió Noah demostrando toda su frustración, sabía que algo malo ocurría y que el culpable de todo era su hermano Cris.
— Ay, no, no quisiera ser yo quien te lo diga, es que es tan terrible — Se defendió Noah, ahora con miedo por haberle revelado que algo malo pasaba
— Pues entonces, si no vas a decirme, lárgate, no me hagas perder el tiempo y mejor llama a Sophia — Pidió Noah regresando a las gavetas para seguir