Duelo 06

GIOVANNI.⚜

Después de salir del despacho me dirigí hacia la habitación de invitados, Dorotea se adelanto un poco mientras en mi cabeza sonaba repetidamente la melodía de un piano, me sentía vagamente perdido, quedándome atrás, así que entre tanto ella organizaba diligentemente la habitación. Me encontraba pensando en la situación en la cual estaba Jade, era una completa cruzada, ella coloco a todos en la jodida situación de la espada contra la pared, por que todas las personas que la rodean quieren cuidarla sin importar el costo, además debo agregarle a eso que tengo un hijo sentimental y con carácter similar al de su madre, que quiere alejar a Jade del peligro inminente, estaba tan centrado en ello que no noté el momento en el cual a la llegue a aquella habitación, donde el líder de la segunda casa quien era mi hermano Gabriele me esperaba, interrumpió abruptamente mis pensamientos para discutir nuestra postura actual ante los acontecimientos.

Él siempre participaba en mis decisiones con respecto a la organización sin excepción alguna, así que está lo tomo por sorpresa, Dorotea había salido para darnos algo de privacidad.

- ¿Por qué accediste a la petición de Jade? - preguntó suavemente

- Aunque no lo hubiera hecho ella habría buscado la manera de sobrepasar la situación, no me excuso por ello, pero es muy obstinada, no cederá fácilmente, no dejará ir esto, pero incluso yo me cuestionó a mi mismo, más de lo que todos piensan. - respondí sentándome en uno de los sillones de la habitación.

- Es una niña aún Giovanni, no podrá manejarlo. - me recordó con un tono de angustia.

- Ella pidió controlar está situación no solo porque sabía que no me negaría, sino también porque es importante para ella, no perdimos a cualquier persona hoy - musité tomando una pausa - no quiere ser atada de manos aunque eso signifique atarnos directamente a cada uno de nosotros.

- Lo sé, pero ¿sabes a cuánto se expone por su necedad?

- La crié para no huir a menos que sea realmente necesario y quizá hice un buen trabajo. - dije irónico, mientras se me escapaba un suspiro

- Heredó tú carácter sin duda alguna, pero es igual a Beatrice cuando ella era joven.

- Te recuerda a tu esposa ¿no es así hermano? - comente mientras lo miraba fijamente, ante ese comentario el parecía bastante conmovido.

- Lo sabes bien, se como te sientes justo ahora, también entiendo la desesperación de Jade, todo ese brote de emociones que se arremolinan en un solo espacio de su mente, de su alma.

- Cuando te casaste con ella tanto su vestido, como su celebración fue bastante llamativa para la temporada de otoño, algunos lideres de las casas no estaban de acuerdo porque ella era algo joven para ti, exagerando a que podrías ser su abuelo, y además ya tenía un hijo, pero tú lucías tan enamorado, dispuesto a compartir el resto de tu vida con ella, el significado de tu vida cambio totalmente, el trabajo sucio termino, ningún trabajo que fuera estrictamente necesario seria tomado por seguridad de tu nueva vida.

- Y aún  así nada fue suficiente, cuando Carlota llegó a mi vida sentí que lo tenía todo después de tanto tiempo, jamás tuve interés en casarme, hasta que la conocí a ella, a pesar de estar embarazada, ella no era una mujer interesada, era valiente, muy bromista, amaba sonreír y mostrar su radiante sonrisa como toda una ganadora a pesar de los fuertes golpes que le dio la vida, Bruno tiene sus rasgos, su cabello pelirrojo y ojos color esmeralda, también mucho de su personalidad indiscutiblemente, heredó algo del encanto de su madre.

- Dentro de poco Bruno cumplirá 18 años, espero que tengas responsabilidades para él. - dije mientras lo miraba - hablas de ella con tanta ilusión a pesar del tiempo, como si jamás se hubiera marchado de tú vida.

- Él tendrá sus nuevas responsabilidades, confió en que cargará con ellas tomando solo lo que él realmente desee, - dijo tomando una pausa - yo jamás deje de amarla, aunque es justo en tres semanas que cumple dos años del accidente en el que murió Carlota, siempre creí que teníamos un tiempo de paz, como sí nunca fuera a terminar.

- Los hombres como nosotros jamás tienen momentos de tranquilidad, ni siquiera cuando creen que los están viviendo.

- ¿Te culpas por lo que pasó?

- Si, es mi culpa y deje que Jade fuera arrastrada a esto, porque en verdad no puedo lidiar con esto.

- A veces esta bien romper algunas reglas hermano, ella podría cambiarlo todo, en medio de este caos muchas cosas son posibles, después de todo siempre ha sido así desde el momento que entro en nuestras vidas. - fue lo último que dijo antes de salir de la habitación, decidí esperar un poco para ir tras él.

JADE.⚜

Al bajar al primer piso mi abuelo me esperaba, dándome el aviso de que el líder de la segunda casa estaba en la cocina junto a su hijo, que se encontraban esperando por mí, con la intención de discutir algunas cosas relativamente triviales, por lo tanto le pedí a Giovanni que descansará, se acomodara en la sala principal mientras tenía esa charla, entonces me dirigí con calma hasta la cocina y tome asiento en la silla principal del pequeño comedor:

- Jade, quiero que sepas, entiendas abiertamente que no estoy en contra tuya y mucho menos de mi hermano, pero tengo todo el derecho de subestimarte, de ponerte aprueba e incluso si es posible retirarte de tu cargo.

- Necesito tú apoyo Gabriele, las casas no se ven convencidas ante esta situación y me preocupa ser la causante de una fractura del sistema o peleas innecesarias, - propuse con calma - estoy dispuesta a aceptar tus condiciones, pero también debes saber que no te lo dejaré fácil, de ninguna manera.

- Ya eres la causa de esas peleas innecesarias, confío en que puedes manejar muchas situaciones, después de todo mi hermano te crió para afrontar una cierta cantidad de problemas a una corta edad, pero necesito que me demuestres que puedes manejar esto, porque podría jurar que esto en cualquier momento te sobrepasara y no se que serias capaz de hacer si pierdes el control. - dijo con una mirada dura.

¿Por qué tomaste una decisión tan precipitada en primer lugar? - cuestionó el hijo de Gabriele - Sabes que puedes contar con nosotros sin llegar a los extremos.

- Bruno, es algo que solo yo puedo asumir, no se trata solo del apoyo que me darán, tal vez es por principios o porque me siento en mi derecho, pero mi deber es tomar esta posición.

- ¿Qué harás con tu padre? No se ve nada contento, y por lo que veo no has tomado cartas en el asunto. - preguntó Gabriele

- Bruno, podrías servirme una taza de café. - ordene - Espero se hayan instalado después de todo no es la primera vez que están por aquí.

- Quieres mi apoyo, pero prefieres ignorarme. - cuestiono tomando una pausa - evadir mi pregunta me deja mucho que pensar.

- Me subestimas demasiado Gabriele. - musite mientras Bruno me entregaba la taza de café, al tomarla mis ojos se centraron en la puerta de la cocina y noté el cruce de miradas con Oliver - deberías prestar más atención al frente anciano.

- Tu incapacidad nos hará ver débiles ante las otras organizaciones. - mascullo Bruno.

- Si tu polla representara nuestra organización sin duda alguna pensarían eso, pensarían en debilidad y flacidez, sería un gran jodido problema ¿No crees? - dije burlona mientras tomaba mi café con calma.

- Niños, cuiden su vocabulario - intervino Gabriele - me iré a descansar, espero no demoren y por favor no empiecen una guerra. - advirtió

Me levante de mi silla, dejando la taza sobre la mesa, me sentía cansada así que me dirigí al refrigerador buscar algún postre para comer y para encerrarme en mi habitación, pero algo me bloqueó el paso:

- Venga Bruno, quítate no estorbes.

- Te burlas de mi y esperas que te deje ir.

- Fue una simple broma Bruno, relájate un toque. - dije mientras cerraba la puerta del refrigerador

- No eres para nada graciosa Jade. - murmuró mientras me acorralaba - igual si tienes alguna duda puedes verificar por ti misma, será un secreto entre nosotros.

- Déjate de chorradas Bruno, naciste siendo un completo imbécil, vete al diablo. - dije vagamente mientras lo empujaba y me dirigía a la salida

- Sabes Oliver es bastante mayor para ti, no creo que te preste mucha atención.

- Tal vez tenga una mejor polla que tú, deja de llorar pito corto. - desafíe

- ¿Quieres comprobarlo Jade?

- Venga Bruno, vete a dormir. - dije entre risas mientras salía de ahí y me dirigía a hacía las escaleras - Por cierto, no olvides limpiar la cocina.

- Incluso soy tu puto empleado de limpieza. - grito, desde la cocina.

- ¡Deberías bajar la voz imbécil! - respondí mientras subía las escaleras.

Al llegar al pasillo de la segunda planta me apresure a entrar a mí habitación, ya adentro cerré la puerta de la misma con seguro, di unos pasos hasta llegar a la cama, me quité lentamente el abrigo y lo doble con delicadeza para guardarlo en un pequeña caja redonda color perla que estaba encima de la cama, desate suavemente la cinta de las zapatillas doradas mientras me las quitaba dejándolas junto al abrigo, me desvestí lentamente quitándome el tutú, siguiendo así con las mallas, y por último el leotardo dejando mi cuerpo expuesto al frío de la habitación, guardé todo en la misma caja, seguí por colocarle la tapa para dejarla debajo del escritorio, para así sentarme sobre la cama empezando a desatar las cintas de mi peinado y por ende soltar el resto de mi cabello, después de ello me dirigí a la bañera con pasos torpes, mi cuerpo parecía pesado ante cualquier movimiento.

Tome un baño largo en la tina con agua tibia, sentía una presión en el pecho como sí fuera a morir esa misma noche, cerré mis ojos e intente repetir la melodía que mi abuela solía tocar en esta temporada en el viejo piano de su casa, como me enseño a tocar suavemente, muchos recuerdos invadieron mi mente, al principio eran recuerdos junto a ella y mi familia, hasta llegar a recordar el momento en que tome la perilla de la puerta abriendo suavemente la puerta principal para encontrar su cuerpo lastimado sobre el inmenso charco de sangre, mi respiración se acelero, abrí mis ojos con miedo poniendo mis palmas sobre mi rostro, sentí como si tuviera toda esa sangre encima, pero no pudiera limpiarla de mí, sentí como sí otras manos ajenas a las mías tocaran mi cuerpo intentando lavarlo, intentando arrastrarme al puto fondo, aleje un poco las palmas de mi cara, viendo así toda esa sangre en mis manos, no podía gritar, me costaba  respirar y quería vomitar, esto hizo que cada segundo en la tina me generara una opresión más fuerte en el pecho, la ansiedad y el dolor fue tanto que las lágrimas empezaron a descender, no podía soportarlo más, así que salí rápidamente de la bañera tomando una toalla para cubrirme parcialmente. Las gotas de agua de mi cabello empaparon la toalla en su totalidad así que agarre un vestido blanco de seda que usaba de pijama y me puse mis bragas de color negro, me senté nuevamente sobre la cama, empece a secar mi cabello suavemente mientras intentaba calmarme, estaba estupefacta, mis manos estaban temblando sin parar, ahora no solo estaba temblando de frío, deseaba dejar mi mente en blanco, no quería pensar en más, solo deseaba desesperadamente dormir, pero también deseaba gritar tan alto como me fuera posible, como si fuera a desgarrar mi voz, estaba hasta el tope de mis emociones, de miedo, de angustia, de desesperación, de culpa, y de frustración, me convertí en un mar de lágrimas perdiendo el poco control que me quedaba y al cual quise someterme, empecé arrojar los trofeos de algunos estantes, junto a los libros, no quería destrozar el lugar, pero no podía detenerme.

- ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! - era lo único que podía decir ante mi propio caos, los escenarios que me mortificaban se repetían una y otra vez en mi mente.

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