Cuando Jiang Sese se despertó, vio que la Señora Jin estaba sentada junto a su cama. No pudo evitar emocionarse.
“Mamá”. Su voz estaba ronca por no haber hablado durante mucho tiempo.
La Señora Jin se despertó con el sonido de su voz. Parpadeó y vio que Jiang Sese estaba despierta. La alegría llenó su rostro: “¡Sese, estás despierta!”.
“Mamá, ¿por qué estás aquí?”, preguntó Jiang Sese.
“Estaba preocupada por ti, temía que tuvieras miedo si te despertabas y no había nadie a tu lado”. La Señora Jin alargó la mano para apartar los cabellos sueltos de su mejilla.
Jiang Sese se conmovió desde lo más profundo de su corazón y las lágrimas empezaron a brotar. Sonrió: “Mamá, estoy bien, no te preocupes”.
“No me mientas”. La Señora Jin le dirigió una fingida mirada de fastidio. “Has sufrido una herida de bala y dices que estás bien”.
Cuando se enteró de que Jiang Sese había sido herida, casi se desmaya. Casi se olvidó de cuidar a Qingwan en su prisa por llegar.
“Siento preocuparte