Ya que ella había decidido regresar a su país, debían hacerlo tarde o temprano.
Esa noche, Fang Yuchen y ella se apresuraron a ir al aeropuerto.
Cuando estaban en el aeropuerto, Fu Jingyun abrazó de repente a Jiang Sese con fuerza. Por alguna razón, ella tuvo el presentimiento de que no podría volver a encontrarse con él.
Un sentimiento inexplicable surgió en el corazón de ella. Cuando sus ojos empezaron a ponerse ligeramente llorosos, ella levantó la mano y le devolvió el abrazo.
“Hermano Mayor Fu, cuando tengas la oportunidad, debes visitarme en la Ciudad Jin. Fengchen, los niños y yo estaríamos muy felices de verte”.
La suave voz de Jiang Sese entró en su oído y le llegó al corazón. En ese instante, una amargura llenó su corazón.
Fu Jingyun apretó inconscientemente sus manos mientras respondía con hosquedad: “De acuerdo”.
Fang Yuchen miró a los dos y no pudo evitar burlarse: “Por suerte mi primo político no está cerca. Se pondría celoso”.
Al oír eso, Fu Jingyun la soltó. Mi