—¡Nadie jodidamente toca lo que es mío! —bramo, no es suficiente, quiero más sangre, quiero más.
Lo agarro de la solapa de su camiseta y lo arrastro como guiñapo. La b****a humana se queja y me importa una m****a, deslizo la cortina, abro la puerta de cristal grueso, y lo lanzo al otro extremo.
—Pues bien, sabes, parece ser que mi chica ha hecho algo que tiene nervioso a mi amigo, así que es hora de terminar con el juego.
—Ayu... ayuda...
—Nadie te escucha imbécil, así como nadie la ayudó a ella.
—¿En serio, Prep? —Bufa Enzo a mis espaldas, con los brazos cruzados, ladeando una media sonrisa que me deja ver lo divertido que le resulta uno de mis juguetes—. ¿Una cuna de Judas?