Connor se dijo que las reglas serían claras:
Primero: No involucraría a Malía en nada que tuviera que ver con sus investigaciones, solo le encargaría las traducciones imprescindibles.
Y segundo: Se aseguraría de estar cerca para protegerla y ayudarla, pero no demasiado cerca como para caer en la tentación.
Así que ya sabía cuál era la elección más lógica.
Mandó a Malía escaleras arriba a arreglarse mientras él se quedaba con Sam y media hora después salían de la casa.
—¿Me quieres decir a dónde vamos? —insistió Malía con curiosidad mientras conducían por la ciudad.
—Shshshshs. Sam está durmiendo.
—Sam no se va a despertar porque su madre hable. ¿A dónde vamos?
—OK, te voy a decir pero no pongas el grito en el cielo, te juro qu