—Juliana, ¡realmente eres tú!
El abrazo del hombre era muy apretado, como si quisiera fundirla en su ser. Por un momento, a Juliana le resultó difícil respirar.
—¡¿Quién eres?! ¡Suéltame!
Juliana exclamó, al mismo tiempo que aplicaba fuerza con las manos. Con un rápido codo, logró apartar al hombre