Darren no dejaba de caminar de un lado a otro dentro del sótano, sabía perfectamente que Dexter ya estaba enterado de su localización, por algo había mandado a uno de sus hombres como cebo, tenían que moverse, pero antes necesitaba que aquel chico hablara y le confirmara sus sospechas.
Bajó su mirada y observo sus manos, sus nudillos estaban enrojecidos y salpicados de un poco de sangre, llevaba más de dos horas torturando al tipo que no hacía más que reír y escupir negativas.
—Habla —Exigió Darren una última vez.
—Vamos primito, este hijo de la gran puta no hablará, al parecer le es fiel a McCall —la voz de su primo Malcom llegó como eco a su interior—. Al me