Al principio, los dos no podían creerlo. Se dieron cuenta de que todos los ratones no tenían intención de hacerles daño. En cambio, se adentraron en la tierra y agitaron sus pequeñas patas mientras comenzaban a cavar. Los ojos de los dos estaban a punto de salirse de las órbitas.
Emiliano deseaba sacar su teléfono móvil y tomar una foto para compartirla en sus redes sociales. ¡Esto era increíble!
Con la ayuda de los ratones, el ataúd quedó al descubierto rápidamente.
El ataúd negro se veía siniestro y espeluznante bajo la luz de la luna. Clara no mostraba ningún temor y señaló el ataúd negro diciendo: —Ábranlo.
—Sí.
Los dos trabajaron rápidamente para quitar los clavos del ataúd y levantar la tapa, preparándose mentalmente para lo que encontrarían.
Cuando echaron un vistazo, no había huesos humanos, solo huesos de gatos y perros callejeros.
—¿Qué está pasando? ¿No se supone que la familia de Natalia está muerta?
—Doctora, ¿debemos abrir los ataúdes restantes?
—No es necesario. Entiérre