La estafadora se acercó a él con un propósito, pero al mismo tiempo mostraba una sincera preocupación por su salud, incluso preparando sus medicamentos antes de irse.
Si ella hubiera sido un poco más despiadada, él no tendría que estar tan indeciso.
Cada vez que cerraba los ojos, solo veía el rostro de Celestia. Maldita mujer, ¿dónde se habrá escondido?
Esta noche, Clara miró el cielo oscuro y se sintió inquieta.
Tenía miedo, miedo de que algo inesperado impidiera su partida mañana.
Diego captó sus pensamientos y le tranquilizó con voz suave: —Clari, no te preocupes, te llevaré contigo.
Esta noche fue inusual, Diego no hizo ningún movimiento brusco, simplemente la abrazó con ternura y Clara, agotada, cerró los ojos y se quedó dormida.
Cuando todavía no había amanecido, sintió un beso en la mejilla y escuchó: —Clari, despierta, te llevaré a casa.
—¿A casa? —Clara abrió los ojos de golpe y se levantó de un salto.
—Sí, vamos a casa.
Diego acarició su rostro y dijo: —No tengas miedo, estoy