Entró Isolda. Cada vez que Clara preparaba una infusión, ella venía a echar un vistazo. ¿Qué tipo de magia tenía Clara para impresionar tanto a Alfonso?
Pero nunca se imaginó que presenciaría esta escena. Con toda sinceridad, Eduardo era demasiado rápido y Clara no tuvo tiempo de detenerlo.
Isolda estaba irritada y ansiosa por lo que había sucedido con Mónica estos días, y ahora se encontraba con esta escena impactante. ¿Cómo podía tolerarlo?
Levantó la mano y le dio una bofetada a Clara en la cara. Eduardo la protegió detrás de él, y el golpe terminó en la cara de su propio hijo. —Mamá, ¿qué estás haciendo?
—Siempre he sentido algo extraño. ¿Cómo pueden ustedes, padre e hijo, preocuparse tanto por alguien ajeno? Estos días te he presentado a varias mujeres y ninguna te ha parecido adecuada. ¿Cómo puedes enamorarte de ella? Tu hermana ha hecho una tontería así, ¿también quieres enfadarme tú?
—Mamá, te estás equivocando. Vanessa y yo somos inocentes.
—¿Inocentes? ¿Crees que soy ciega?
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