Después de habernos despedido de nuestros amigos dándole una corta explicación de lo que ha sucedido, Bautista y yo regresamos a su casa en absoluto silencio. Él está muy pensativo y yo la verdad es que estoy muy triste por la reacción de mi padre. Entramos a la casa, subimos la escalera y entramos a su cuarto. Me quito mi vestido, me coloco mi camisón y la verdad es que apenas me cepillo los dientes y entro a la cama; no tengo ni ánimos de quitarme el maquillaje. Él se ha quitado la ropa y se colocó una camiseta blanca y también entra a la cama. Me acomodo sobre su pecho y lo abrazo fuertemente. Las palabras de mi padre dan vueltas en mi cabeza y no puedo creer que él también haya sido capaz de lastimarme.
—Cariño, ¿Quieres que hablemos?— Me pregunta acariciando mi cabello.
Lo miro —¿Tú quieres?— Cuestiono con dudas