George Evans
Vi como la limusina se alejó para salir de la mansión, me llevé una mano a mi pecho al sentir de nuevo ese dolor. Sentí como unas manos me tomaron del brazo para sostenerme de pi.
― ¡Jefe! ―intenté controlarme, poner todo en su lugar antes de que pase algo más. ― ¿Está bien? ―Octavio preguntó preocupado.
―Sí, solo cerciórate que nadie los siga hasta la pista privada. ―él asintió dejándome ahí de pie mirando hacia el camino por dónde se habían ido. Sonó mi celular y era Darwin. Tenía una hora para que todos se dieran cuenta que esta boda no se iba a realizar. Deslicé el botón para contestar.
―Dime, Darwin. ―contesté en un tono serio, como el que solía usar con él.
―Evans, ¿Ya salieron para la cated