Luego de aquel momento incómodo, Fernando volvió al presente escuchando la conversación.
—Que gusto me da volverte a saludarlo padre Hugo, bienvenido —Carlos comentó extendiendo su mano.
—El placer es mío —respondió el sacerdote, quien observó a la mujer que lo acompañaba sonriendo viendo a Fernando.
—Clarissa, me alegra verte por aquí —el licenciado externó, recorriéndola con discreción con la mirada.
—Muchas gracias— expresó amable.
—Les presento a mi novia &mdas