Capítulo 50

Las mejillas de Emely se ruborizaron.

—Lo hice sin pensarlo —confesó con tono triste.

—Dejaste muchas de tus cosas en la casa.

—No eran del todo mías.

—Claro que sí, ¿qué puedo hacer con cosas de mujer? —Ian dejó salir una pequeña risita.

—¿Venderlas?

—Claro que no podría vender tus cosas, son tuyas. —La observó fijamente a los ojos—. Puedes ir por ellas cuando quieras, están en la casa.

—¿Sigues viviendo allí?

—No, es demasiado grande para mí. Compré un pequeño apartamento por la Circunvalar, es solo de dos habitaciones, baño, cocina y sala. Es perfecto para vivir solo.

Emely lo meditó un poco antes de hablar. Tenía muchísimas preguntas, sin embargo, la mayoría serían incómodas para Ian.

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