Capítulo 31: El comienzo del dolor.

—Qué hijo tan estúpido tengo —murmuró el padre de Paulina y Alejandro con frustración, apretando los puños con impotencia—. Se casó con esa mujer e hizo que ese maldito te hiciera daño, y ahora no es capaz de hacerle daño a ella. ¡Ella debe pagar lo que te hicieron, ojo por ojo! Mi querida Paulina.

—Así es —respondió la madre de Paulina con voz firme—. Ella debe pagar por lo que su padre te hizo, mi niña.

Paulina sintió un nudo en la garganta mientras sus padres discutían, pero al escuchar las palabras de su madre, sintió una oleada de gratitud y valoración que la reconfortó en medio de su dolor.

—Ya tengo algo pensado, papá —dijo Paulina, con la mandíbula tensa y los ojos brillando con anhele.

Las cosas no se iban a quedar así. Si Alejandro había renunciado a su venganza, ella no lo haría.

—Mañana mismo me encargare de destruir la vida de Ximena y de la estúpida de Camila. El padre de Ximena está vivo y sé dónde está —pronunció con fri
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