El jueves por la noche, Will estaba de nuevo listo para la aventura. Había optado en esa oportunidad por unos jeans negros y una camiseta blanca sencilla con la palabra “Minessota” impresa en letras rojas.
—¿Cómo me veo? —me sonrió.
Yo ya me había acostumbrado a que me consultara acerca de su atuendo, aunque no tenía muy claro si lo hacía tan solo por costumbre o porque de verdad confiara en mi opinión.
—Te ves como un perfecto y muy atractivo transgresor a las reglas —arqueé una ceja escépticamente.
—Ya hablamos de esto, Ethan… —suspiró.
—Ya, no soy tu esposa para que vengas a darme explicaciones —gruñí.
Hubo silencio luego de esa frase, y me arrepentí de inmediato de haberla dicho.
¿Por casualidad no se te ocurrió una referencia más incómo