Bianca observó cómo el coche se alejaba, desapareciendo en la noche.
Una sensación pesada la inquietaba tanto que le era imposible relajarse.
—Ya se fueron. ¿Qué miras? —bromeó Diana.
Bianca suspiró y desvió la mirada.
—No puedo quitarme de encima la sensación de que algo no está bien con Blake.
—Creo que solo está cansado. Déjalo descansar. Con su pierna así, no disfrutaría la noche de todos modos —la consoló Diana. Luego, con una sonrisa pícara, añadió—: Bianc, todavía no me has contado. ¿Qué pasa entre tú y Blake? ¿Cómo terminaron comprometidos?
—Es tal como lo dijo en el programa. Así fue como pasó.
Parada junto a la carretera, el cabello a la altura de los hombros de Bianca se agitaba con la brisa otoñal, mientras su rostro mostraba un leve tinte de tristeza.
—Entonces, ¿su madre y la tuya eran muy amigas y arreglaron su compromiso desde niños? ¿Quién es exactamente la madre de Blake? —preguntó Diana, sin desaprovechar la oportunidad.
Sabía que Vincent y Paige adoptaron