Después de pasar todo el día con Blake y esperar a que se durmiera, Bianca finalmente regresó a casa, agotada.
Como al día siguiente tenía que trabajar, su hermano se quedó en el hospital para cuidar a su madre y permitirle descansar.
Bianca se quitó los tacones, caminó descalza hasta el baño y se lavó la cara frente al espejo.
Al levantar la vista, vio su reflejo cansado, con una sonrisa forzada y su largo cabello negro pegado al pecho, aún húmedo.
Pero en su mente, estaba de nuevo en el apartamento de Dave, con él recostado en su hombro, colocándole un collar de rubí alrededor del cuello…
Sus manos, apoyadas sobre el lavabo, se cerraron lentamente en puños.
Todo eso ya había quedado atrás; el pasado era historia.
Mañana sería un nuevo día, y tenía que seguir adelante.
Bianca salió rápidamente hacia la sala, tomó unas tijeras y, sin dudarlo, se cortó el cabello.
Quería comenzar de cero, convencida de que al cortar su melena, también se deshacía de las emociones que aún la atab