Una hora más tarde, llegó el turno de la chica rellenita de encontrarse con Bianca. Al alzar la vista, Bianca le sonrió con amabilidad.
—¿Vienes a audicionar como artista?
La chica negó con la cabeza, nerviosa, mientras sus manos jugaban entre sí, dibujando círculos con los dedos.
—¿No? —Bianca frunció ligeramente el ceño, confundida.
La chica asintió otra vez.
Aunque no entendía del todo la situación, Bianca no se mostró molesta. Su sonrisa se mantuvo suave y cordial.
—Lo siento. Estoy aquí para encontrar artistas para un proyecto de actuación. Si vienes por otro puesto, te corresponde la sala de al lado.
—Yo… —la chica dudó, pero de pronto exclamó con fuerza—: ¡Bianca, tú eres mi ídola! ¡Soy muy fan tuya!
Bianca parpadeó y asintió con cortesía.
—Gracias.
—¡No importa el puesto! ¡Si puedo trabajar aquí, haré lo que sea! —su rostro se encendió de rojo, como si hubiese puesto toda su alma en esas palabras.
—Déjame ver tu currículum primero.
Aunque fuera su fan, ingresar a la empresa no