Capítulo 48
Sabía que Nieves era brillante, pero también sabía que estaba indefensa. Después de todo, se había dedicado a cuidar a su hija, y desconocía muchas cosas del mundo laboral.

—Enfrentaré lo que venga. No pienso tragarme esta humillación —afirmó Nieves apretando los puños, con expresión sombría. Antes podría haber ignorado todo esto; los bienes de los De la Cruz no le importaban.

Pero Francisco, egoísta y calculador, por su propio beneficio había permitido que su hija muriera, ¡había dejado morir a Sonia!

No podía dejar pasar esto. Si no contraatacaba ahora, no merecería llamarse madre.

¿No era su propio interés lo que más le importaba a Francisco? Pues bien, le arrebataría poco a poco todo lo que valoraba. Quería ver qué quedaría de Francisco cuando perdiera todo eso.

Al ver la determinación de Nieves, Julio se tranquilizó. Temía que pudiera ablandarse.

—Muy bien, ten cuidado. Debo irme, tengo asuntos pendientes en la empresa —dijo Julio mirando su teléfono; era hora de su reunión.

Al es
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