Capítulo 55
—Pasa de largo.

Nieves habló con frialdad.

No quería enredarse con este hombre ahora, solo deseaba salir rápidamente de su vista.

—Viendo su actitud, parece difícil.

Julio soltó una risa sarcástica, abrió la puerta del coche y bajó.

Se cruzó de brazos, examinando a Francisco de arriba abajo, y dijo con indiferencia: —¿El señor De la Cruz tiene tiempo libre para venir aquí? ¿Cómo? ¿Está recolectando pruebas para demostrar que le han sido infiel?

Francisco ni siquiera lo miró. Caminó a grandes zancadas hasta el lado del copiloto, abrió la puerta y miró fríamente a Nieves en el asiento: —Baja.

—No lo haré —la actitud de Nieves era firmemente decidida. Ya no mostraría sumisión ante este hombre—. Francisco, ya estamos divorciados.

—Sin certificado de divorcio, no cuenta.

Francisco, conteniendo su impaciencia, insistió nuevamente.

—Todavía somos marido y mujer, debes venir conmigo.

Viendo su actitud, Nieves solo podía reírse. Antes él consideraba que el matrimonio era una atadura, una restri
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