Josey permaneció en silencio junto a la cama, la tenue luz de la lámpara iluminando suavemente la habitación. El señor Larkin dormía.Josey lo miró por un largo momento antes de susurrar para sí misma, con voz baja y fría.“Faye no debe saber, ¿verdad?” dijo, mirándolo. “Que el hecho de que esté viva es un crimen.”Soltó una breve y amarga risa. “Ni siquiera sé cómo sobrevivió al incendio. Pero si lo hizo, debería haberse quedado escondida en ese orfanato donde pertenecía.”Los dedos de Josey rozaron ligeramente el borde del edredón. “Pienso en cómo intentó tanto llamar mi atención… siempre corriendo tras de mí como un cachorro perdido.” Su voz tembló ligeramente, pero sus palabras tenían un filo cortante.“Sabes, es igual que su madre. Actúa como si no quisiera nada, pretendiendo ser tan inocente.”Su tono se oscureció. “Luego, eventualmente, intenta tenerlo todo. Igual que esa mujer.”Se inclinó más cerca de su esposo, susurrando junto a su oído. “No me guardes rencor por esto,” dij
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