Capítulo 91: Cruzando una línea con Andrews Andrews… mi mente gritó pensando lo peor, corrí sujetando su brazo, no porque eso fuera a salvarlo si perdía el equilibrio, sino porque quería que retrocediera. Su mirada estaba vacía, la expresión completamente perdida. —¿Andrews…? —lo llamé en un susurro, con la voz temblorosa. No respondió. Simplemente comenzó a bajar los escalones con una lentitud que me heló por dentro. Era como si algo que yo no podía ver lo estuviera arrastrando. Algo que no estaba allí. Mi corazón empezó a latir demasiado rápido. El miedo se mezclaba con el instinto. Podía caerse. Podía lastimarse, y mientras lo seguía, me quedé paralizada observándolo; no había manera de que yo pudiera salvarlo si tropezaba. —No… no ahora —murmuré, bajando corriendo para alcanzar el último escalón antes que él—. Andrews, por favor, tienes que volver a la habitación… Intenté sujetarlo por el brazo con la máxima delicadeza, como si fuera de cristal a punto de romperse. Pero me i

Capítulo 93: Incluso si quiero evitarte Aurora Westwood.A la mañana siguiente, desperté con el corazón todavía acelerado. La vergüenza de la noche anterior me corroía. Me levanté de la cama lo más rápido que pude, tomé una ducha fría, me arreglé y recogí el cabello en un moño mal hecho; mi único pensamiento era: no puedo verlo. No hoy. La intención era… que tenía que trabajar y salir antes de que él pudiera verme. Además, Alice me había llamado temprano, recordándome que era el día de la visita a mi abuela en el asilo. Lo había olvidado por completo. Acordamos ir cerca del mediodía, justo después de terminar el turno de la mañana, y miré el reloj. Todavía era temprano. A esa hora, Andrews usualmente dormía o se estaba arreglando. Mi oportunidad. Salí de la habitación de puntillas, con el corazón apretado, la respiración contenida, rezando para que el universo me dejara escapar en paz. Pero bastó abrir la puerta para que el destino me diera un golpe en la cara… o mejor, en la

Capítulo 95: ¿Madre de Andrews? Aurora WestwoodLa señora me miraba, asustada, con las manos aún apretando el sobre. Andrews, por su parte, respiraba hondo, visiblemente intentando controlarse. —Estás equivocada. No es lo que parece. Yo no… —comenzó, pero se detuvo al mirar alrededor. Sus ojos encontraron a Alice, que observaba todo desde lejos, empujando la silla de ruedas de mi abuela.La confusión en su rostro se transformó en algo más duro, y un suspiro de resiliencia escapó, como si quisiera evitar aquello. —¿Me seguiste? —preguntó, con la voz baja, pero cargada de acusación—. ¿Era eso? ¿Querías vigilarme? —¡Claro que no, Andrews! ¡Vine a visitar a mi abuela! ¿Qué absurdo es este?Desvió la mirada, apretando los puños. Su pecho subía y bajaba rápidamente, como si estuviera en conflicto. Pero luego retrocedió. Sin decir más palabra, se dio la vuelta y se fue, con pasos firmes y pesados desapareciendo entre los árboles.Yo aún temblaba, con el corazón acelerado. Me volví hacia

Capítulo 97: Señales extrañas Caminé alrededor de ese lugar, ansiosa. Rodrigo no podía haber hecho esa broma. Él sabe que Andrews no puede descubrir su sonambulismo. No había notado el aro en la boca de la botella, ni siquiera había bebido, y parecía que él lo sabía. Había una llave en ese aro. La tomé rápidamente, pasando junto a Andrews, de pie, parado como una estatua, pero mis ojos estaban fijos en la puerta, como si la distancia entre mí y esa manija fuera lo único capaz de salvarme. Necesitaba salir de allí.Pero tan pronto como pude alcanzar la puerta, Andrews sostuvo mi bata como si me llamara de vuelta. Me giré, mirándolo asustada, pero él no había despertado. Antes de que pudiera reaccionar, sus dedos deslizaron, sin dirección exacta, hasta el nudo suelto de mi bata. Era un gesto inconsciente. ¿O… instintivo?—Andrews… —susurré, la voz atrapada entre el susto—. Lo siento. Tenemos que salir. Sé que no hay una hora exacta en que despiertes, pero yo sí tengo hora para que te

Capítulo 99: ¿Por qué está a mi lado?Ella estaba acurrucada a mi lado, como si se hubiera olvidado de irse… o como si hubiera vuelto sin darse cuenta. Dormía profundamente. Su respiración era serena, los labios entreabiertos.No pude moverme.Me quedé allí, inmóvil, mirando. Confundido. Perdido. ¿Había invadido mi cuarto otra vez? ¿Estaba loca? Pensé en despertarla, pero la realidad me golpeó como un shock. Miré alrededor, enfocándome en los detalles, y abrí los ojos desmesuradamente.Ese no era mi cuarto.Yo había invadido su cuarto. ¿Y cómo es que no se despertó con alguien abrazándola de manera tan íntima? Me aparté un poco, sin poder sacar mi brazo de debajo de ella.La sábana apenas cubría su cuerpo. Mi brazo la rodeaba con una naturalidad que me dejó sin aliento, como si siempre hubiera hecho eso, como si su cuerpo perteneciera a ese espacio… al espacio que hasta entonces creía que era solo mío.Mis ojos bajaron, siguiendo la línea de sus piernas expuestas bajo la luz tímida de