Capítulo 12 —CaridadNarrador:El viaje fue en total silencio, la Universidad estaba cerca, pero pareció una eternidad llegar hasta allí. Cuando el coche se detuvo frente a la entrada lateral del edificio, Cloe se quitó el cinturón en silencio. Nerón no la miró, pero justo antes de que ella abriera la puerta, habló con voz grave y contenida:—No olvides lo que te dije, Cloe. No todos tienen tanto autocontrol como yo.Ella lo miró solo un segundo, con el corazón agitado, pero no respondió. Bajó del coche sin decir nada, cerró la puerta con suavidad y caminó con paso firme hacia la entrada. No había avanzado mucho cuando una voz conocida la sorprendió.—¡Cloe!Lía apareció entre la gente, con el cabello algo despeinado y unas gafas de sol enormes que no lograban ocultar del todo las ojeras.—Lía —respondió Cloe, algo sorprendida. Se detuvo, y por un instante se miraron en silencio.—Pensé que ya estabas en clase… ¿Dónde estabas?—Lo mismo podría preguntarte yo —replicó Cloe con una sonr

Capítulo 14 —La desesperación... vendeNarrador:Durante los días siguientes, Cloe hizo lo imposible por no pensar en el correo. Pero cada vez que abría los ojos, ahí estaba. La fecha límite, marcada como una amenaza invisible sobre su cabeza. Dos semanas, catorce días. El fin de todo lo que había construido hasta ahora.Intentó tramitar un préstamo estudiantil, pero apenas cruzaba la puerta de un banco, el resultado era el mismo. Sonrisas corteses. Formularios inútiles. Y siempre, la misma frase:—Lo sentimos, señorita Morel. No tiene ingresos comprobables. Para avanzar necesitaríamos un garante solvente.Cada vez que escuchaba esa palabra, garante, sentía cómo se le apretaba la garganta.Incluso había intentado conseguir un empleo de medio tiempo, pero el horario de las clases, sumado a la exigencia del plan de estudios, hacía que todo fuera inviable. Los días empezaron a pasar más rápido de lo que hubiera querido. Cada amanecer llegaba con una ansiedad nueva. Cada atardecer, con la

Capítulo 16 —EnterNarrador:Apenas cruzó la puerta, no encendió ninguna luz. Fue directo al despacho, lanzó el saco sobre el sillón y cerró la puerta con llave. El sonido del clic metálico fue lo único que rompió el silencio. Encendió su portátil con manos que se veían firmes, pero que por dentro ardían.Fue directo al correo. Ahí estaba. El asunto decía: “Lo que pediste. Con cuidado.” Abrió el mensaje, descargó el navegador cifrado, instaló la re*d en menos de lo que tardó en respirar hondo. Ingresó el link, el código y esperó. Una pantalla negra, una barra de búsqueda. Tecleó el nombre sin pensarlo dos veces... Cloe.Varias opciones, imágenes pixeladas, nombres falsos, hasta que lo vio.“Cloe, la abogada que vende su tesoro.”Volvió a abrirlo. Pero esta vez, solo. Sin testigos. Con el corazón latiéndole tan fuerte que podía escucharlo en las sienes. Y ahí estaba ella.Sentada con el vestido negro que no había visto antes, de tirantes finos, apenas maquillada, la melena pelirroja cay

Capítulo 18 —... Una escort de lujoNarrador:La puerta giratoria se abrió con suavidad, y Cloe dio el primer paso dentro del hotel. Iba vestida con su vestido neg*ro. Un abrigo largo color arena, el cabello suelto en ondas naturales y unos tacones que apenas sonaban sobre el mármol. No llevaba nada ostentoso, pero su sola presencia hizo que más de una cabeza se volviera a mirarla. Había algo en ella… algo contenido. Como si caminara envuelta en una promesa. Nerón la vio en cuanto cruzó el vestíbulo. Estaba en el rincón más apartado del bar, desde donde tenía una vista perfecta del hall central. Tenía una copa entre los dedos, pero no bebía. Su mirada se clavó en ella como un disparo silenciado. Por un segundo, se le detuvo el corazón. Era ella y estaba ahí. No había cámaras, ni pantallas, ni intermediarios. Solo ella, avanzando con paso firme hacia el ascensor. Y eso lo enloquecía. Nerón apoyó la copa sobre la mesa sin apartar los ojos de ella. Cloe se detuvo frente al ascensor, pulsó

Capítulo 20 —No corras, CleoNarrador:El campus olía a café barato, hojas secas y estrés académico. Era lunes, pero para Cleo, el día no tenía nombre. Caminaba por los pasillos con paso firme, la carpeta contra el pecho y la mirada al frente, como si no hubiera pasado absolutamente nada, como si su mundo no hubiera sido puesto patas arriba en una habitación de hotel, como si su fin de semana no hubiera sido un verdadero infirerno. Ni bien cruzó la puerta del edificio principal, su móvil vibró.Un correo.Remitente: Secretaría Académica.Asunto: Solicitamos su presencia en Dirección de Alumnos – urgente.Suspiró. No era raro, la beca vencía esa semana y todavía no tenía ninguna respuesta positiva. Aunque, en realidad, ya no necesitaba una, se suponía que estaba resulto. Pero no podían saberlo. Subió al segundo piso y golpeó con los nudillos en la puerta de la oficina del Becario encargada de los estudiantes en ese año.—Adelante —dijo una voz amable desde dentro.Entró. El hombre la mi