Todos los ojos se volvieron hacia Denise, que incluso bajó la cabeza, visiblemente avergonzada.— ¿Tuyo? — replicó Saulo, completamente confundido—. ¿Cómo que… tuyo?Levantando el rostro lentamente, ella miró a los ojos azules de su esposo y, con la voz temblorosa, confesó:— Estoy embarazada.— Ay,
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