POV Jeremy.Mi mundo se detuvo. El murmullo de asombro y la explosión de incredulidad recorrieron la sala de juntas cuando mi padre, Joseph Walton, soltó la bomba.—¡Y esta no es la primera vez que Jeremy Walton esconde un matrimonio de la vista pública! —su voz resonó con una ferocidad que nunca antes había dirigido públicamente hacia mí. Sus ojos escanearon los rostros de los directores, saboreando el impacto de sus palabras—. ¡Lo que no saben es que Jeremy ya estuvo casado antes! ¡Con Isabella!Sentí las miradas de todos clavarse en mí. Eran ojos de sorpresa, de condena. La cara de Arthur Hayes, el director más antiguo, se puso blanca.La de Susan Davies, la jefa de finanzas, se contrajo en un gesto de puro disgusto. No era solo la noticia de Mía; era la cadena de engaños.Dos matrimonios secretos. Toda mi vida, expuesta. La estrategia de Joseph era diabólica, perfecta. Había usado mi propio historial de control y secretismo como mi sentencia.—¡El matrimonio con Isabella fue una i

POV Jeremy.Vance se recostó en su silla, entrelazando los dedos sobre el escritorio.—Jeremy, para empezar, Isabella ya no es tu asistente personal. Su posición actual y futura ha sido redefinida por el señor Joseph Walton. Y segundo, tu padre no necesita consultarte para tomar decisiones, especialmente ahora que él es el CEO interino y tú... —Hizo una pausa, su mirada se detuvo en mi corbata, luego en mis manos apretadas— ...ya no lo eres.La verdad de sus palabras fue como un puñetazo en el estómago. Me había aferrado a la idea de que Isabella seguía siendo "mía", un último vestigio de mi control.—Pero, ¿por qué Isabella? —insistí, mi voz bajando, más por incredulidad que por ira. —Ella no tiene la experiencia directiva para un puesto así en la junta.Vance suspiró. —Jeremy, el señor Joseph Walton tiene plena confianza en la señorita Rodriguez. Ha demostrado ser extremadamente eficiente, leal y discreta durante años. Conoce los entresijos de esta corporación mejor que muchos. Tu p

POV Jeremy.La cena con Mía era un campo minado. El silencio entre nosotros, pesado y tenso, era más elocuente que cualquier discusión.Desde mi degradación a las profundidades del área de "Productos Menores", cada interacción con ella había sido una lucha. Mía me veía como un hombre disminuido, y su frustración se sentía como un reproche constante.Apenas habíamos hablado desde nuestra última conversación telefónica, pero sabía que la bomba que tenía que soltar explotaría de una forma u otra.Habíamos pedido comida china para llevar; el lujo de los restaurantes de alta cocina parecía un recuerdo lejano. Mía movía los fideos en su plato con un tenedor con su ceño fruncido.—¿Qué pasó hoy en la oficina? —preguntó finalmente, su voz cautelosa—. No me llamaste. ¿Hay alguna novedad? ¿Tu padre... ha dicho algo sobre cuándo vas a volver a ser CEO?"Suspiré, dejando mis palillos a un lado. No había forma fácil de decir esto.—No voy a volver a ser CEO, Mía. No pronto, al menos. Mi padre es i

POV Jeremy.El sol mañanero de Seattle, que solía ser un recuerdo de mi posición, ahora se sentía como un foco que iluminaba mi miseria. Dos días después de mi humillante conversación con Mía, la tensión en casa era inmensa.Ella seguía en la habitación de invitados, y las únicas palabras que intercambiábamos eran frías y necesarias. Nuestro matrimonio estaba colgando de un hilo tan delgado que casi no se veía.En la oficina, la situación no era mejor. Mi cubículo en "Productos Menores" se sentía cada vez más pequeño, asfixiante. Cada cara que veía era un recordatorio de mi caída.Los murmullos no eran solo por la "sorpresa" de mi matrimonio, sino por el "ascenso meteórico" de Isabella. Era el tema de conversación de la Corporación Walton.Mientras me dirigía a la cafetería, la vi a ella a Isabella. No en los pasillos de mi antigua oficina, sino saliendo de la sala de juntas ejecutiva.Llevaba un traje impecable que parecía hecho a medida para su nueva autoridad. Hablaba con dos de l

POV Jeremy.El apartamento, antes vibrante con los planes de futuro de Mía y el eco de mi propio éxito, ahora se sentía como un sepulcro.La noche después de mi humillante encuentro con Isabella, la discusión con Mía se reanudó, más áspera y sin filtros. El conato de paz que teníamos se rompió en mil pedazos.Mía me esperaba en la sala, con los brazos cruzados y su rostro marcado por la furia. Había estado llamando a sus amigos, a su publicista, a cualquiera que pudiera escuchar sus quejas.—¡No puedo creer que permitas esto, Jeremy! —exclamó en cuanto me vio—. ¡Esa mujer! ¡Sentada en tu oficina! ¡Y ahora en la junta! ¿Sabes lo que la gente debe estar diciendo de nosotros? ¡De mí! La esposa del CEO caído, superada por la ex-asistente.Me dejé caer en el sofá, agotado. —Mía, por favor. Ya tuvimos esta conversación. No hay nada que pueda hacer. Mi padre la puso allí, y ya no tengo control sobre sus decisiones.—¡Claro que no lo tienes! —replicó ella, con una risa amarga—. ¡No tienes con