Capítulo 22. Llegada sorpresa. Él la mira y las emociones son indescriptibles, sangrando; la mira llena de dolor. —No tenías que humillarte de esa manera por mí, no tenías que elegir, debiste dejar que yo lo resolviera, solo te estaba utilizando, Valentina, yo no maté a esos hombres y hay testigos, yo tenía que resolverlo, no tú, no así, él lo sabe y solo quería utilizarte para mostrarme que tiene poder sobre ti. —Perdóname, mi amor, te amo… —Valentina se baja del auto y se acerca a buscarlo; Ricardo la ve lleno de frustración, dolor, tristeza. —Yo haría todo por salvarte, si hubiera alguna manera… yo, mi amor, lo haría; yo no me perdonaría si algo malo te pasa, yo no puedo… —Valentina cae de rodillas frente a él; Ricardo rápidamente se agacha a su nivel. —No puedo más con todo esto, no puedo, estoy cansada, cansada, mi amor, yo solo quiero ser feliz. Ricardo la abraza, lloran juntos, cansados, agotados de todo esto. Ha sido una lucha tras otra, su corazón ya no puede más,

Capítulo 124. Angustia. Al vuelto la potra, rápidamente los rumores de Valentina. Vuelto los campos, se esparcen como el viento. Valentina llegó a demostrar quién es y lo que hace. Aunque llegó tarde, está ordeñando vacas y dirigiendo la empresa como hace meses no lo hacía. El campo la hace sentir viva, la aleja y la hace olvidar un poco del infierno que la espera en casa. —Ahora está esa mujer en tu casa, Valentina. —No es solo mi casa, Alondra; si él no respeta el pecho donde nos hemos unido, no me queda más que aceptar. Después de todo, el dueño de la hacienda no está, está su familia, y aunque diga que soy parte de ella, mientras el resto no me considere como tal, entonces no lo soy. —Desgraciadas, se están saliendo con la suya, no las soporto ninguna, ni a esa mujercita de la ciudad. Valentina la mira con lágrimas en sus ojos. —Durmieron juntos, Alondra, ya nada más importa. —Eso no significa nada, comadre, está mal, no creo que se atreva a… —Valentina la interrum

Capítulo 126. Revelación. Valentina la sigue con la mirada, mientras que Olivia no la pierde de vista; ninguna de las dos se quiebra, ninguna de las dos muestra sensibilidad ante la situación; Olivia no la ve desarmada, por lo que va con todo sin dejar espacio a la duda. —Me dijo que todo estaría bien, me prometió el mundo entero, sentía que veía por mis ojos, me lo da todo, temiendo lastimarme, jamás le he dicho que lo que más me lástima fue esa decisión…— Llora, derrama lágrimas de manera dramática.— no estaba listo, puso sus ambiciones y sus deseos sobre nuestro bebé, no era el momento, dijo, lo creí, pero ahora dudo cual será el momento, está aquí, intentando rescatar una herencia, mientras finge ser empático, debo reconocer que es inteligente, pues jamás me imaginé que venir aquí lo ayudaría a crear su propio imperio, creo que al final a conseguido lo que deseaba de este lugar, sin embargo no entiendo hasta donde quiere llegar, me pidió tres años, pero han sido duros para m

Capítulo 128. Feria del pueblo. En la cabaña, Valentina come con Emiliano; él nota su distracción, su distancia, e intenta hablar con ella. —Sabías que algo así podría pasar, debes tomarlo con calma. Sé que no es justificación y que debe doler, pero debes ser fuerte, solo unos días más, ¿de acuerdo? Estoy seguro de que cuando den de alta al señor Pablo el lunes, toda esta pesadilla habrá terminado. Valentina asiente; ella toma la mano de Emiliano y la besa. Sin él, anoche hubiera sido un caos; ella hubiera podido tener un accidente y con ello perder a su bebé, aunque no está segura, lo siente dentro de ella, no necesita confirmarlo, y eso es lo que más la motiva. —Gracias por estar a mi lado, gracias por la comida. Ahora quiero que busques los caballos; quiero ir a visitar la tumba de mis padres, tengo que dar mi ofrenda como todos los años y quiero darles una noticia a ambos. ¿Por días llevarme? —Claro que sí, vamos. Valentina se prepara para contarles a sus padres sobre

Capítulo 130. Guerra de canciones. Los comentarios llegan, Valentina y su hermosa cabellera bailan al ritmo de la música, sonríe ante el pueblo que la adora, dejando saber que donde manda reina no cabe plebeya. Darío y Ricardo la miran envilecidos al ella acercarse a la barrera. Valentina no los determina, los ve de reojo, pero continúa su presentación, hasta que llega hacia Emiliano. Ambos se miran, bailando como cuando eran adolescentes; juntos hacen que sus caballos se muevan al ritmo de la música, como si se sincronizaran: mirada, baile, sus caballos; juntos dan un espectáculo que derrumba las barreras de Ricardo. Los celos lo están consumiendo; al verla moverse hacia el final, él intenta moverse, pero Darío lo toma del hombro, dándole una señal para que se detenga; sin embargo, Ricardo no piensa hacerse a un lado. —Vamos a la tasca. —Ahí no, yo a ese sucio lugar no quiero entrar —anuncia Rocío, arrogante. —Perfecto, puede devolverte a la hacienda, así no incomodas a n