La aparición de Leonardo en la sala de juntas había congelado el tiempo. El aire, antes denso por la tensión, ahora vibraba con una electricidad palpable. Mateo, Rodolfo y Alfonso, antes llenos de furia y desprecio, ahora eran estatuas de puro terror. Sus rostros, descompuestos, reflejaban la comprensión de que su elaborado castillo de mentiras se había derrumbado estrepitosamente.Leonardo, de pie junto a Catalina, su mano aún en su hombro, recorrió la sala con una mirada que no dejaba lugar a dudas. No era el hombre frágil y atormentado que habían imaginado, sino un fénix resurgido de las cenizas, con una determinación inquebrantable.—Como mi esposa ha demostrado con pruebas irrefutables —repitió Leonardo, su voz resonando con una autoridad que no se escuchaba desde hacía meses—, la Corporación Santini ha sido víctima de un fraude masivo. Y los responsables están sentados en esta mesa.Señaló a Mateo, Rodolfo y Alfonso. La acusación, ahora respaldada por su propia presencia, era un
Leer más