Capítulo 21. Indagación. Al colgar la llamada y sacar los documentos, un nudo de forma se le forma en la garganta. Gildris no es de este tipo de personas, pero sabe que, aunque no quiera, indirecta o indirectamente, ella está involucrada en todo esto. Es una mentira, una farsa; Brittney tiene razón, si ella cae, ella también saldrá perjudicada. La inspiración es un delito; Brittney ahora está feliz disfrutando fuera del país y ella está aquí. Es ella quien está aquí ahora; Bastián ni siquiera sabe quién es. Todo este tiempo, aunque su actuar no es perfecto, le ha dado a entender que es su esposa, esa mujer que cambió para recuperarlo; Gildris para él no existe. * Un nuevo día. Gildris despierta temprano por el despertador que colocó para las pastillas de Bastián; apenas ha dormido y, estando soñolienta, ya no tiene que darle personalmente su pastilla; aun así se levanta, preparándose para enfrentar lo inevitable. En cuanto Gildris está lista, baja con los documentos al encuentro

Capítulo 23. De compras. Gildris no puede moverse; su cuerpo desnudo cubierto con una fina tela de encaje que cubre su feminidad la expone ante él. Es el primer hombre que la ha visto desnuda; sus manos cubriendo sus senos tiemblan con ligereza, mientras que su mirada lo sigue intuitivamente sin poder reaccionar a este momento. En cuanto a Bastián, él nota su nerviosismo, como si este momento causara impacto en ella, como si nunca hubiera estado expuesta a este tipo de situación. Su cuerpo delineado está expuesto ante él, su abdomen pequeño y delgado se mueve agitado ante un vaivén que se complementa con su pecho. Ella insiste en cubrirse los senos ansiosamente, sin dejar de mirarlo; su mirada temerosa y su expresión dulce lo atraen a jugar un poco. —Te haré las cosas más fáciles —dice, eligiendo varios vestidos y dejando tres opciones. Ella lo mira en silencio. Bastián se sienta en el sofá con las opciones a su lado y vuelve a enfocarla con seriedad. —Acércate. —Gildris pa

Capítulo 25.Preparativos. Al llevarla a la casa, los sirvientes ayudan con las bodas; está todo listo, la mesa está decorada con enormes candelabros, todo muy refinado y lujoso: vajilla china con juegos de cubiertos de plata, tres tipos de copas, una con agua y el resto vacías. Desde que entras a la casa, el olor a comida te invade; han traído música al salón, lo han abierto dejando el área de los muebles en un corto espacio; el lugar luce increíble y ella no puede dejar de sorprenderse. Es su primera fiesta de alta clase y puede que sea la última. Subiendo a su habitación, Gildris empieza a preparar una serie de tratamientos; incluso depila con una máquina especial su zona íntima, que no estaba mal, pero aun así la retoca: sus piernas, axilas; luego de ese proceso junta un producto en su cabello que lo pone baboso, como si realmente fuera baba lo que usa Britney para alisar su cabello. Tras ese proceso, ella toma las cremas del cuerpo, se las coloca mientras prepara el baño para

Capítulo 27. Plan en marcha. Una noche larga; ambos despiertan por el sonar de la alarma que Gildris olvidó quitar, notando que ella está acurrucada sobre él, ligeramente, sobre su pecho en cuerpo completo; abraza su cuello. Al verla, Bastián intenta acomodarla un poco ante su hombría, que está activa como cada mañana. —¿Dormiste toda la noche sobre mí? —pregunta Bastián haciéndola sonrojar, lo que causa que ella se esconda entre la sabana. —Bri…—Ella sale disparada de golpe. —¿Qué te pasa? Pervertido —Bastián se ríe. —¿Qué? —¿Pervertido? ¿Tú eres quien duerme sobre mí y me llamas pervertido? —Ella lo mira avergonzada.— Cálmate, somos esposos, ¿lo olvidas? Ya me has visto así muchas veces, ¿de qué te escandalizas? Gildris, al verlo que se viene sobre ella, se levanta de golpe, corriendo hacia el baño. —Ocuparé el baño, déjame sola. Bastián se ríe con maldad al ver lo roja que se pone; realmente es muy tímida; cómo le costará estar con un hombre desnudo. Sin duda lo hac

Capítulo 29. Unión. Gildris lo mira, acaricia su mejilla y toma su mano, besando la muñeca, apoyando la mano de Bastián sobre su frágil mejilla, y lo mira a los ojos. —Está bien, Bastián, te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para ayudarte; yo solo espero no defraudarte. Bastián la sostiene con esa misma mano a la que ella se aferra, y la atrae a sus labios. Sus besos son puros, pasionales, intensos; se sienten uno al otro en cada suspiro. La conexión de su cuerpo emitida por un simple beso es desquiciante, aterradora; ambos desean más, la necesidad de mucho más, pero ella, por más que lo desee, se aleja. —Iré a asearme para la cena; te veré abajo —dice agitada, saliendo del alcance de Bastián. Este se queda en el mismo lugar en el que lo dejó, mirando hacia la salida, donde solo queda su ausencia, tan vacía y lejana; la desea, no sabe qué tiene esa mujer que su cuerpo la desea, sus caricias, sus besos lo tienen en un trance; es una hechicera que con su poder l