Coorah. Cortijo Bello Amore, en las afueras de Dos Hermanas, Sevilla, Andalucía, España, 2024. Ese beso, como todos los que el Adonis me daba, me desconectó, haciéndome ingresar en ese mundo de deseo ardiente, y urgente, que activó mi parte salvaje, me colgué de su cuello, mientras devolvía sus besos con igual pasión, sólo el sonido que hizo una puerta al cerrarse con fuerza me hizo darme cuenta de que estábamos en la habitación principal, frente a una cama antigua, pero restaurada, con un precioso dosel, del cual colgaban cortinas de gasa, tipo mosquitera, de color blanco. -” ¿Alguna objeción con la decoración de sus aposentos, Señora De Falco?”- me preguntó el Adonis italiano, con una sonrisa tentadora, después de que yo separara mis labios, de los suyos, para mirar a nuestro alrededor, entre sentimientos de sorpresa, y de un deseo, que aún no apagada. -” Por ahora, no puedo decir nada, pregúnteme en unas horas, después de que cumplas todas mis órdenes.”- le dije con una sonrisa

Kiora. Avión de Heng Thomas, en medio de Asía, rumbo a Japón, 2024. Odio los viajes largos, algo que para una diseñadora de fama internacional como yo es hasta ridículo, llevo muy más el Jet lag, pero encima hacerlos con la persona que desde hace días, me hace sentir extrañas emocionada, y a la misma vez furiosa, como si viviera en una maldita montaña rusa emocional, era más que suficiente para que mi humor oscilara como una peonza. Sobre todo, porque mientras yo estaba en ese estado, él se mantuvo durante todo el viaje como si nada hubiera pasado, totalmente serio, frío, e imperturbable, como lo que es, un iceberg con patas. Claro que entenderéis que, pasar casi catorce horas con un hombre así, era demenciado para mi, ya conocida, inestable personalidad, había muchas probabilidades que en una de estas, me saliera la diablesa peligrosa, y desbocada, que tengo dentro, y terminara metiéndome en problemas, y os puedo asegurar que golpear a ese hombre no era el peor de ellos, lo que

Narrador. Hotel Palace, Tokio, Japón, 2024. Esa noche Heng llegó agotado al hotel, en su mente sólo pensaba reunirse con la única persona que hasta hoy dominaba su corazón, y que él sin saberlo, lo había hecho desde el mismo momento que la conoció. A pesar, de que sentía en su interior, sabía que ella no le correspondía con lo mismo sentimientos, en momento, justo por eso, cuando fue elegido por el mal nacido de Dural, como prometido de Coorah Bell, decidió centrarse en sus objetivos, convertirse en un Bell, y hacer pagar a su padre, el orgulloso defensor del apellido Thomas, y de su herencia, por todo lo que le hizo a él, pero sobre todo a su madre . Pero todo cambió cuando al final, desde el primer beso que Kiora y él se dieron, tras su jugada, hizo que sus ansias por tenerla, aumentarán, es por eso que, cuando ella se ofreció como sustituta como su prometida, para proteger a su prima, ni se lo pensó. Vio así la oportunidad de que, por fin, todos sus deseos se hicieran realida

Kiora. Hotel Palace, Tokio, Japón, 2024. -” Lo sé, por eso te he conquistado, no eres tan duro como crees, señor Bell, ahora sólo quiero preguntarte algo, y respóndeme, por favor, con la verdad, no debemos ocultarnos ya.”- le dijo la guapa australiana, él sólo asintió con la cabeza. - “¿Qué pasó ayer? ¿Por qué huiste del hotel? ¿A quién reconociste que te afectó así?”- le dije, y noté automáticamente como ese hombre trataba de retraerse, como esa aura fría e impersonal le rodeaba, como la tortuga entrando en su caparazón. Si no le hubiera descubierto lo cálido y tentador que es el interior de mi hombre, si no le hubiera oído decirme que me amaba con esa voz tan cálida y profunda, llena de pasión, por un segundo hubiera pensado que ante mí había un ser que nada le alteraba, que simplemente un muro de acero frío e indestructible, pero al conocer esa parte de él, al conocer la pasión y la calidez que ese hombre ocultaba, me di cuenta que Heng sólo usaba esa actitud aislada, e impertur

Coorah. Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, Sevilla, Andalucía, España, 2024. -” Doctora De Falco, la paciente del trasplante de riñón va respondiendo bien a los inhibidores para evitar el rechazo.”- me dijo la enfermera Marisa García, mientras yo revisaba las últimas analíticas que me habían mandado el laboratorio del hospital, en el ordenador de mi mesa en el despacho médico. -” Gracias Marisa, sigan monitorizándolo.”- le dije sin mirarla. Al contrario que otras veces ante una orden médica, la joven no se movió para ir a cumplir mi orden, y ante su inmovilidad, levanté la cabeza para mirarla por si tenía algo más que decirme. Pero la enfermera García, en realidad, no me miraba a mí, su mirada estaba más centrada en el hombre vestido con traje italiano negro, y camisa blanca, que de forma aparentemente casual, esperaba en la puerta del mi despacho, mientras hacía sus labores de protección y vigilancia, mi fiel, y anegado, Bruno, el jefe de los escoltas que Fazio