No he visto a Andrés tanto como esperaba, incluso cuando vivimos tan cerca por estar trabajando y me ha escrito para avisarme que la ha estado pasando horrible con gripe y que no le gustaría acercarse así. De algún modo u otro lo he respetado, aunque de vez en cuando le mando fotos de lo que hago, como la comida o una foto descuidada cuando estoy trabajando, sonriendo o posando para verme "según yo" un poco sexi pero termino saliendo desarreglada, ya que en estos días fríos lo único que se puede hacer es un buen té y a trabajar en frente de la pantalla con todo el cuerpo abrigado de arriba abajo. Al pasar las horas veo como se ilumina la casa, el sol está saliendo y es un alivio luego de toda una semana encerrada en el frío, así que me preparo para salir a comprar algunas cosas que me faltan en casa. Me he vestido con un suéter de mangas largas, pantalones de tela, un gorro de lana y unos zapatos deportivos, me he puesto un abrigo esperando que el sol caliente bien todo el lugar

Es de madrugada, no he podido pegar ni un ojo desde que llegué de la cita con mi padre, vaga he buscado el celular con mis manos y a ciegas ya que las luces de mi habitación permanecen apagadas, lo he encontrado. Andrés me había llamado y tengo varios mensajes suyos ansioso por saber como fue mi noche. En algún momento dejó de escribir y lo aprecio, pues asumo que entendió que no es el mejor momento. No he llorado, solo dejé salir algunas lágrimas al volver de camino a casa pero luego me he quedado en un vacío profundo, donde intento asimilar de que "ya lo hice y no fue malo", no era lo que esperaba sin duda pero ahora tenía algo en mente. Es muy tarde ya pero he llamado a mi madre sin esperanza de que me conteste. —¿Rebeca? ¿Qué pasa, estás bien? —contesta mi madre con la voz somnolienta. —Estuve hablando con mi padre, justo como lo querías —digo con un poco de resentimiento— ¡nos hiciste odiarlo! —Nos abandonó ¡Rebecca! ni un mísero centavo va a justificar lo que hizo, si l

Me he puesto mi bikini azul, Andrés se ha puesto su bañador. Me he colocado un poco de protector solar y sin pedirlo él a retirado el cabello de mi espalda y me ha colocado un poco. Hemos puesto las toallas en el piso y encima de ella hemos dejado nuestras pertenencias para luego ir corriendo a meternos al agua. Está fría pero el sol está tan caliente que parece irreal que aquí llovió por casi toda una semana. Andrés se ve tan bien, no tiene el abdomen marcado pero eso no le quita lo sexy, su espalda ancha y esos hombros, es una locura en la forma en la que me gusta, aprovecho cada momento en que no me ve para observarlo, me gusta cuando sonríe, sus ojos se achican y sus pestañas largas se notan aún más, me muestra todos sus dientes y yo solo sonrío ya que me parecen bonitos todos sus gestos. Viene nadando hacia a mí, mientras que yo lucho por saltar en cada ola que viene a recibirme. —¿te gustaría nadar en lo profundo? —Perdón pero es que prefiero la orilla, lo siento —me dis

—Te lo dije, tanto afán por encontrar otro trabajo de manera desesperada Rebecca, te ha pasado un milagro, ninguna empresa despide a nadie con tantos años por la cantidad de dinero que deben darte.—Es que no puedo superar que me hayan botado, estuve tanto tiempo ahí, trabajando para ellos y que me despidieron así de la nada.—¡Pero te han dado una buena cantidad de dinero!—Bueno, tampoco es como que soy rica, hay cosas que debo de pagar y el dinero se acaba Luisa.—Solo tienes miedo, no has gastado ni siquiera el 1% de lo que te dieron y tu miedo es que se gaste ¡eres tremenda!—Solo me aseguro de no dar un paso en falso —contesto con las piernas cruzadas en el mueble, de frente a Luisa.—Me recuerdas a mi madre, es riquísima, tanto que puede nadar en dinero y la vez con ropa vieja, no le gusta gastar nada en lo que no sea necesario. El dinero que tienes da para pagar todas tus deudas y regalarte un viaje hacia donde quieras y volver a casa y seguir aun con dinero. —Bueno, entonces

—Tu padre quiere verte. —¿Otra vez? —digo en forma de queja, con la boca llena de arroz. —Sí, no para de hablar de lo mucho que has crecido —comenta sonriendo. —Madre, ¿desde cuando son los mejores amigos? —Cuando decides sanar, es un alivio para el alma. No somos mejores amigos pero es como sentir un peso menos hablar con él y no tener que pelear, sentir como ese rencor e ira ya no existe más. —Tu yo de hace 20 años estaría mucho más que sorprendida escuchando todo lo que acabas de decir —digo sin dejar de comer arroz con pollo. —Sí, lo sé. Soy una nueva persona —escucho como deja salir un suspiro—, deberías de venir a visitarnos, sabes que le haces bien a Helena. —Trataré de pasar más adelante —contesto sabiendo que puede que pase mucho tiempo. —¿Cómo es ese nuevo trabajo? ¿te pagan bien? ¿cuando piensas retomar los estudios? —Ay, no sé mamá —Respondo poniendo mis ojos en blanco—, el trabajo va bien, el salario es interesante, me pagan por horas y encima me paga