Lo reconozco, esto no me lo esperaba, porque por mucho que quiero salir de aquí para sentirme menos bajo su control, no pensé que lo tomaría tan tranquilamente, incluso ya me esperaba que él hiciera lo mismo que cuando mencioné lo del divorcio.— Eva, no eres mi rehén, eres mi esposa y la madre de mi hijo, así que, si quieres salir a caminar, puedes hacerlo. Si lo que te hace sentir bien es un poco de libertad, te la daré, solo quiero que disfrutes y que le trasmitas esa felicidad y calma al bebé.— Si es eso lo que deseas, entonces, dame el divorcio. — digo y de inmediato, la sonrisa se le borra y la seguridad que mostraba en su mirada, desaparece completamente con su aura poderosa.‘¿Tanto poder tiene una oración?’ me pregunto mentalmente.— No. — dice él levantándose de la silla y caminando a la salida para dar por finalizada la
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