Los hombres separaron a las mujeres y las sostuvieron con fuerza, aunque Ana Paula había llevado la peor parte. Su cabello, al igual que el de Amara, estaba alborotado y enredado, pero sus mejillas estaban rojas y a punto de volverse azules. ―¡Vas a pagar por esto, perra! ―grito Ana Paula con la re
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