PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 13. Verdades al anochecerGigi escuchó la ducha mientras alcanzaba una botella de agua, y suspiró pensando en su jefe. Nada malo, por supuesto, porque por aquella cabecita no podía pasar nada malo, simplemente se sentía bien porque ese día había sido menos hosco que todos
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