Liliana, siempre obediente a Kerri, cerró la tienda y pidió al chofer que llevara primero a Fabián a casa, mientras ella y Mateo regresaban a Viñedos Dorados.Antes de entrar, Mateo detuvo a Liliana.— Liliana, quiero ir contigo mañana también.— ¿Qué día es mañana? —preguntó Liliana.— ¡Domingo! —respondió Mateo— ¿Cómo puedes olvidar qué día es?— Está bien, te llevaré —accedió Liliana—. Pero durante los días de escuela, no andes conmigo por ahí.Al entrar, vieron que Nicolás y Leo aún estaban despiertos en la sala. Nicolás parecía a punto de regañarlos por llegar casi a la una de la madrugada, pero Leo lo contuvo:— Liliana, Mateo, ¿ya terminaron su trabajo?— No —se adelantó Mateo—. Mañana es cuando realmente estaremos ocupados. Liliana va a resolver un caso.— ¿Un caso? —Nicolás frunció el ceño— ¿Qué caso?Mateo miró a Liliana, preguntando con la mirada si podía contarlo. Liliana, sin mirarlo, explicó lo sucedido esa noche.— Si es así —dijo Nicolás—, conozco a un capitán de policí
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