— ¡Buenas tardes, señores Kaffati! —Dijo una voz sexy pero molesta, la dueña de esa voz es una mujer que ha entrado en completo silencio y se ha sorprendido al ver a la pareja detrás del escritorio sosteniendo relaciones sexuales. Aunque no le extraña del todo, total ellos son esposos y es normal que estas escenas sucedan.— ¡Brenda! —Exclamó Nataniel. —¡Brenda, por favor detente! —El señor Nataniel se asomó por un lado del hombro de la chica y vio a la mujer de pie detrás de ellos. No es cualquier mujer, es el amor de su vida que ha regresado, la misma mujer que lo abandonó cuando los médicos dieron el pronóstico de que él se quedaría en silla de ruedas de por vida, ella ha regresado y viene a reclamar lo que es suyo, pero para eso tendrá que hacerle un berrinche a Nataniel para que él se lo crea.— No te levantes Nataniel, perdona por haber llegado de improviso a tu empresa y oficina. Ahora me doy cuenta de que tú ya eres feliz y has rehecho una vida al lado de tu esposa. —la mujer

Los muchachos charlaron por otro rato más, incluso se fueron a la cocina y se prepararon un café para cada uno mientras ríen y se recuerdan de algunas ocurrencias que vivieron de niños, pues el sueño se les ha ido a los dos con la pésima noticia. Cuando menos acordaron ya eran las seis de la mañana y ellos aun charlando y con un buen puño de tazas de café en sus venas.— ¡Joder! Cuñada, ya casi se llega la hora de que nos vayamos a trabajar y nosotros todavía sin dormir ni un solo minuto. —Mencionó el chico al ver la hora en su reloj.— ¿Y yo que hago ahora? ¿Me presento a la empresa o será que tu hermano ya no me lo va a permitir? —la chica no sabe qué hacer, pues teme que su esposo llegue y la eche de la oficina.— Como que no, tú vete y si te quiere salir con sus pendejadas, tú dile que yo te he dado la orden para que sigas trabajando.— Gracias Kervin, a pesar de las circunstancias en que nos tocó conocernos déjame decirte que me has caído muy bien y esta noche me has servido de m

Después de desahogarse con su cuñado y sin decirle nada a Nataniel, los chicos se fueron a la mansión, ya que Camila no se siente bien y no puede ir a sacar su bolso de la oficina porque quizá allí esté la feliz pareja dándose cariñitos todavía y no está dispuesta a que su corazón reciba otro golpe de celos por causa de ellos.Horas más tarde entró una llamada al celular de Camila y el hombre le dijo que tiene pruebas de que ella es infiel y que si no se acuesta esta misma noche con él, le enviará el video a Nataniel. Sin embargo, a Camila poco o nada le importó eso, total ellos esta misma noche se van a divorciar y entonces no tiene porqué molestarse.—Puedes enviárselo ahora mismo si gustas, no me importa en lo absoluto. Y no te preocupes, no te voy a investigar para ver quién eres.Por la noche Nataniel llegó a la casa, trae consigo el bolso de su esposa ya que se imaginó que ella se había venido para aquí, así que no tuvo ni la iniciativa o amabilidad de llamarle y preguntarle que

Una semana ha pasado ya y el joven Kervin ha sentido demasiado largos los días, su deseo por conocer el resultado de aquella prueba de paternidad lo ha llevado a que en dos ocasiones sufra de un ataque de ansiedad, aunque eso lo ha tomado a bien porque le ha servido para que su hermano Nataniel se quede un poco calmado de insistir en que se dé prisa para arreglar los trámites del divorcio tan anhelado.En la empresa de “Conglomerados Kaffati”…Camila no para de ir al baño a vomitar por cualquier cosa, ya sea el aroma a la loción de su esposo que invade sus fosas nasales cuando están trabajando juntos, o el olor del café que él le pide que le prepare todos los días en punto de las diez de la mañana.Pero ese es un detalle que Nataniel no le pone importancia, total, ellos ya se van a divorciar y no le importa lo que tenga que ver con ella, suficiente tiene con que le siga ayudando con el estudio y darle un trabajo de acuerdo a sus capacidades intelectuales.— ¡Dios mío! —Estos son los m

Camila se niega a salir de la habitación de su marido para irse a la suya y que este la encierre, ella sigue sosteniendo que es inocente.— Señor, por favor créame que yo no he tomado nada de lo que a usted le pertenece, si quiere puede ir a darle la vuelta entera a mi habitación y no va a encontrar nada porque yo no tengo esa esclava que usted menciona. —insistió la joven Camila.— ¿Y quién más lo hará? Mi hermano no entra aquí, y sí, lo hace tal vez, pero jamás tomará esa esclava porque no le servirá para nada. No hay nadie más, tú eres la única sospechosa. —siguió el hombre, con su acusación firme y segura.— Si gusta le puedo ayudar a buscarla, quizá se le haya caído por una hendidura en la madera y por eso no la encuentra.— ¿Me estás diciendo estúpido?— No, señor, no lo tome de esa forma. Solo es una sugerencia, cualquier cosa puede pasar.— Camila, ve a tu habitación, es la última vez que te lo digo.— Pero es que señor, yo soy inocente. No voy a correr a encerrarme cuando sé