Infiel

- ¡Señor Vermont! – el mayordomo corrió apresurado atreves del jardín - ¡Señor Vermont!

Pietro Vermont frunció el entrecejo mientras intentaba abrir los ojos.

Lo desconcertó notar el sol sobre él y se giró sintiendo náuseas.

- ¡Señor Vermont! 

- Lu… Luis – habló con dificultad - ¿Qué sucede?

Se sentó con lentitud mirando a su alrededor. Parpadeó varias veces para adaptarse a la luz.

Tenía su traje hecho un desastre y estaba en medio del jardín, al lado de la piscina.

- ¿Qué hace aquí fuera, Señor Vermont? – preguntó preocupado.

Pietro no respondió, ciertamente, aún no comprendía por qué estaba allí.

- Señor… ¿durmió aquí anoche? – se avergonzó al preguntarlo, de seguro había una razón para ello.

Pero, ¿cuál podía ser? Para que el gran Pietro Vermont, que rara vez salía de la oficina y nunca pisaba ese jardín, yaciera al lado de la piscina a las diez de la mañana.

Pietro, simplemente, le dedicó esa mirada que hacía temblar a todos.

- ¿Se... Se encuentra bien Señor?

- ¿Me veo mal? – soltó irritado mientras se ponía de pie y acomodaba su traje.

- N-no, No, Señor, por supuesto que no. - ¿Quién se atrevería a decir lo contrario? Aunque era la primera vez que lo veía en ese estado.

Pietro Vermont mantenía una imagen impecable, pero en ese momento, todo parecía fuera de lugar. Siempre miraba a todos con desdén, advirtiendo que nadie podía atravesar esa aura arrogante y distante.

- Llama a mi chofer.

- Señor Vermont, algo le sucedió a su hermano anoche. Su hermano y la Señorita Loren discutieron y ---

- No me interesa la vida privada de nadie - Pietro caminaba con paso firme.

- Pero Señor, Pablo salió alterado y ---

Pietro detuvo su marcha. 

- El Señor Pablo Vermont, su hermano, tuvo un accidente automovilístico anoche tras una discusión con la Señorita Loren – aunque el mayordomo sintió que su alma abandonó su cuerpo cuando Pietro se paró delante de él, como si lo desafiara a pronunciar una palabra más, tenía que decirlo...

El mayordomo no se animaba a intentar adivinar lo que significaba el silencio de su jefe esa mañana. Pietro jamás mostraba interés por nada ni nadie, y era de público conocimiento que desde que los hermanos Vermont quedaron huérfanos, él no se inmutaba ante nada.

No es que fuera ningún monje budista, era todo lo contrario.

Luis había sido el mayordomo de la familia Vermont por más de tres décadas y aún acompañando el crecimiento de ambos, se seguía horrorizando con la falta de sensibilidad de Pietro.

¿Cómo podía mantener un rostro indiferente cuando le acaban de decir que su hermano menor tuvo un accidente?

- Llamaré a su chofer, Señor Vermont - susurró.

Pietro comenzó a caminar hacia la mansión - ¿Cómo se encuentra la señorita Loren?

- Aún no despierta, pero la Señorita Samantha hizo un escándalo delante del abuelo Vermont y ahora todos saben que la Señorita Loren le fue infiel a su hermano en la noche de bodas.

Pietro, que buscaba su celular en los bolsillos de su pantalón, se detuvo de golpe

- ¿Le fue infiel? 

Luis no esperaba respuesta y lo miró ligeramente extrañado ¿Le preocupaba la infidelidad de su cuñada o lo entretenía?

- Al parecer, cuando Pablo fue a su habitación después de terminar sus asuntos con la Señorita Samantha, encontró a su esposa en la cama con otro hombre y salió de la mansión, furioso.

- Llama a mi chofer – No sabía a dónde estaba su teléfono.

- ¿Se irá, Señor?

- Tengo cosas que hacer.

Cuando cruzó el salón de la mansión, vio a Samantha parada delante de un mayordomo dando órdenes.

- Despierta a esa mujer desvergonzada de inmediato.

No podía detener lo inevitable, fuese como fuese todo, Pablo había fallecido y Lily debería abandonar la mansión.

- Pietro – la voz senil de su abuelo aún lograba detenerlo de manera refleja - ¿Dónde estabas?

Pietro guardó silencio, sin ánimos de responder.

- ¿Dónde estabas?

- En el jardín.

- ¿Dónde estabas anoche?

Nada. Pietro seguía sin decir nada.

- ¡Tu hermano acaba de morir! ¡Responde! - le gritó el anciano

- Pablo acaba de morir - repitió las palabras de su abuelo - ¿y es importante qué hice anoche? – levantó una ceja

- ¿A dónde vas?

- A trabajar

- ¡Responde primero! ¡¿Dónde estuviste anoche?!

Pietro se pellizcó el espacio entre sus cejas – En mi habitación.

- ¿Estás seguro?

- Sí – soltó con firmeza.

El abuelo Vermont soltó un suspiro y se volvió hacia Samantha.

- Quiero que junten todas las pertenencias de esa mujer y la saquen de aquí de inmediato. 

Una imagen muy difusa envuelta en una jaqueca cruzó su mente por una fracción de segundo.

Pietro miró a Lily que bajaba las escaleras, con su cabello negro atado en una coleta, tomo sus llaves y se dispuso a salir.

Una escena que se reprodujo en él lo atravesó como un rayo y volteó a mirarla otra vez.

El cabello negro cubría la espalda desnuda de una mujer debajo de él.

 

Abrió la puerta sin más y salió sin mirar atrás.

Definitivamente, había bebido de más.

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Cuando Lily despertó, las imágenes de la noche anterior no se volvieron más nítidas, pero las marcas sobre su cuerpo eran claras.

Se sentía confundida con respecto a cómo sentirse, todo dolía aún y hubo momentos en que creyó que no podría soportarlo más, pero la intensidad de su esposo producía cosquillas en la parte baja de su abdomen.

¿Era eso una parte de él que contenía? ¿O era algo que ella provocaba? 

Cualquiera fuera el origen de su fervor, se sentía enaltecida por sus acciones.

Pensar que ella pudiera tener ese efecto en él, hizo que sus mejillas ardieran.

Nunca dormía de más, así que estaba segura de que aún era temprano, estiró sus piernas sutilmente para tratar de sentirlo y se percató de que no había nadie a su lado.

Era la única en la cama.

Se dio una ducha rápida y bajo a preparar el desayuno después de confirmar la hora.

Pero al bajar, el rostro severo de su cuñado le dio escalofríos.

Por suerte, se fue rápido sin siquiera saludar, de lo contrario no sabría cómo responderle.

Pietro era estricto con todos en la mansión y exigente en la empresa, pero por alguna extraña razón que ella desconocía, era particularmente crítico con ella.

Aunque nunca le hablaba.

Pero bastaba con que ella hiciera sonar el cristal de su vaso al apoyarlo en la mesa o los cubiertos al cortar su comida, para que él la mirara como si quisiera fulminarla allí mismo.

Lo siguiente que vio fue la palma de una mano dirigirse hacia ella tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar.

- ¡Desvergonzada!

Lily estaba en shock, no comprendía nada en absoluto y llevó ambas manos a su mejilla ardiente.

- Junta tus cosas y sal de esta casa de inmediato – Samantha daba gritos con la mano levantada de nuevo.

- Prima, ¿Qué…? – 

- ¡Cómo te atreves a preguntar!

- Yo--- 

- ¡Pablo murió por tu culpa!

Como si un balde de agua fría hubiera sido derramado encima de ella, el rostro de Lily palideció.

- ¿Qué paso?

- ¡Lo mataste! – el abuelo Vermont no decía nada y eso aumentaba el ego de Samantha, como si el anciano le diera permiso de manera tácita para manejar esa situación.

Lily se quedó allí, al pie de la escalera, petrificada, como si su mente aún tratara de entender lo que sucedía.

- ¡¿Qué le paso a Pablo?! – Lily la agarró por los hombros y preguntó desesperada – Samantha, ¡Dime! ¡¿Qué le sucedió a Pablo?!

- ¿Vas a fingir hasta el final? ¿Creíste que ahora que murió nadie va a saber lo que sucedió anoche? – la empujo y Lily perdió el equilibrio - ¡Ja! ¡Siempre supe que nada bueno podía venir de ti! ¡Todo lo que tocas muere! Primero mi tío, después mi padre, y ahora mi cuñado ¡Todos muertos por tu culpa!

Lily comenzó a sentir náuseas.

- Abuelo Vermont – se arrastró hasta los pies del anciano - ¡¿Dónde está Pablo?! ¡¿Dónde está mi esposo!?

- Después de que discutieron se fue y tuvo un accidente

- No… no… eso es imposible – repetía con manos temblorosas – necesito verlo ¡Tengo que verlo!

- El auto se incendió y su cuerpo…. – la voz del anciano se quebró.

- Imposible… imposible – se levantó del piso y corrió hacia la puerta, tenía que comprobarlo con sus propios ojos.

- ¡¿A dónde te crees que vas?! – Samantha volvió a empujarla - ¡Finges que te importa ahora que está muerto! 

- Samantha, no entiendo nada de lo que dices, pero si no me dejas buscar a mi esposo te juro que… - respiraba echando el aire por la nariz.

- ¡¿Qué?! – se cruzó de brazos delante de la puerta – Te dejaré salir cuando traigas tu bolso para marcharte de aquí.

- ¡Quiero ver a mi espos--! – Otra cachetada cayó sobre ella.

- Sé todo lo que pasó anoche, así que no trates de engañarme y deja de hacer las cosas difíciles para quienes sí queríamos a Pablo y sal de aquí de una vez por todas.

- ¡No sé de qué estás hablando!

- ¡Anoche te encontró con otro hombre en su habitación! ¡Por eso salió de esa manera y chocó!

- ¡¿Qué estupidez es esa?!

- ¡Yo los vi!

- ¡Jamás engañaría a mi esposo!

- ¡Lo vi todo!

- Samantha… tú… - no reconocía a la persona que tenía en frente.

Retrocedió, vacilante, incrédula.

Después de que los padres de Lily y el padre de Samantha y fallecieran junto con los padres de Pietro y Pablo, ambas fueron comprometidas con los hermanos, y criadas por la madre de Samantha, ambas habían convivido gran parte de sus vidas, así que simplemente no podía creer que justo su prima, su pariente más cercano y única confidente, la señalara de esa manera como si no la conociera en absoluto.

- Desde niñas siempre has tenido todo, el amor de mi madre e incluso la confianza del abuelo Vermont ¡¿Cómo puedes pagarnos así?!

- Samantha, sal de la entrada ahora o te correré de los pelos

- Cuando saques todas tus cosas.

- No me importa nada ¡Tira todo! Pero déjame ir a ver a mi esposo

- Si eso es lo que quieres – escupió y la trató de empujar de nuevo a Lily cuando pasó por su lado.

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