Capítulo 2.

•Señor Arcuri•

Giovanny.

—Tenemos un problema con su reservación Señor Arcuri. Todas las mesas están ocupadas— Frunzo el ceño. Siempre ceno en este restaurant. 

—Osvaldo, creo que el problema lo tienen ustedes. ¿A caso no pago una membresía privada para tener una mesa los 365 días del año?

—¿Qué sucede Osvaldo?— El gerente al verme notablemente molesto se acerca. 

—No hay mesas señor— susurra con la cabeza baja. 

—Creo que debe haber un mal entendido señor Arcuri en un instante reviso lo que pasó

— trata de excusarse. El encargado de la recepción niega. 

—Una de las mesas estaba siendo ocupada por un cliente importante. Sin embargo su acompañante se alteró y destrozó todo— Frunzo el ceño. ¿A qué clase de lugar frecuentaba? 

—Ahora me dirán que dejan entrar delincuentes— niego — No volveré a poner un pie aquí— me doy la vuelta regresando al estacionamiento. Saco el móvil avisándole a Simone que llegaré temprano hoy. 

—¡Que me suelte j0dido imbécil!— regreso la mirada hacia atrás. Al parecer una chica está teniendo un inconveniente con un hombre. 

Aprieto el puente de mi nariz frustrado. Fue un día largo. Desde esta mañana que casi mato a esa niña despistada. 

Me acerco solo porque mi consciencia no estaría en las mejores condiciones de saber que una mujer está en peligro y no hice algo para ayudarle. 

—¡Me hiciste pasar la mayor vergüenza de todas en el restaurante! Me encargaré de hundir tu carrera. 

Esa voz, la reconozco de cierta manera. ¿Jhonson? 

—Yo voy a hundir mi pie pero en donde más le duele si no me suelta. 

Al acercarme me sorprendo. Frente a mí está mi mayor rival de mercado y ex mejor amigo. Discutiendo con la chiquilla que casi mato está mañana. 

—¡Por mí la compañía Arcuri puede irse al carajo! Suéltame. 

«¿Qué?» 

—¿Por qué nombra a la Compañía Arcuri?— Encaro. Ambos me miran con sorpresa. 

—Gio, que placer verte por estos andares— ruedo los ojos. 

—No sabía que te daban las menores— me cruzo de brazos. La chica de cabello caramelo  hace una mueca copiando mi acción. 

—¡No soy una niña! Por los cielos, tengo veintiséis años. Y si viene a reclamarme que raspé su camioneta, yo soy la que debió haberlo demandado por intentar matarme — levanto una ceja juguetón. Al parecer es la reina del drama. 

—Por lo que veo ahora  contratan fieras en tu compañía. Se me ha echado encima dentro del restaurant. Tienes suerte de que no perjudique tu empresa por tener clientes tan ineptas. 

«Ahora lo entiendo todo» Esa pequeña mujer fue la causante de que no estuviese cenando un fino corte a termino medio en estos preciosos momentos. 

—¿Su compañía? Esperen. ¿Usted es Giovanny  Arcuri? Y no soy inepta— golpea a Marcel con su codo para librarse de su presencia. 

—Sí, entonces es mi empleada ¿Eh? ¿Sé puede saber que estaba haciendo con el señor Jhonson?

—¿Qué estaba haciendo? ¡Que pregunta! El director me envió a firmar un contrato en una supuesta cena— hace comillas con sus dedos

— y digo supuesta porque este degenerado intentó  poner sus sucias manos sobre mis piernas. 

Respiro profundo. Esto debe ser una broma. 

—Creí haberte prohibido adquirir uno de mis contratos. Eres la competencia. ¿Quién diablos te permitió el proceso?— Sueno molesto hasta los pies y no es para más. Mañana correrán cabezas en la empresa. 

—Que seas el CEO de Arcuri no significa que órdenes sobre todo. Tu padre me vendió unas propiedades que beneficiarían completamente tu cuenta bancaria. Claro hasta que enviaron a una escuincla  a cerrar un trato de profesionales. 

Me estoy conteniendo bastante para no romperle la cara en este momento. Pero por lo visto no será necesario. Mi trabajadora o debería llamarle “donna drammatica ” entierra uno de sus tacones en el pie de Marcel. Sonrió de lado al oírle gritar. Seguramente no tiene ni idea de quién es él o qué poder posee en el medio. Si no la ayudo, ese pisotón le costará su carrera. 

—Señorita. ¿Cuál es su nombre?— Me acerco lo suficiente como para oler su colonia; un dulce olor a vainilla y flores llega a mis cosas nasales. Sus ojos color chocolate escanean mis orbes sin piedad. 

—Mi nombre es Sara— niega— Sera. Me llamo Sera. Es solo que siempre lo confunden con Sara. ¡Muchas personas se llaman Sera! ¿Cuál es el problema?— Habla para si misma. 

Cierro los ojos un segundo. El parecido que tiene con mi ex esposa Odette es tan grande, su forma tan atrabancada de ser, sus expresiones, su mirada. 

—Deme esos documentos— hablo de manera fría arrebatándole la carpeta que lleva en la mano izquierda. Estoy consciente de lo grosero que soy. Debo alejarme de ella. 

—La espero mañana a las ocho en punto en mi oficina. Último piso. Hablaré con el Director de ventas. Esto no puede volver a repetirse— Escupo observando con odio al inglés. 

—Que lástima. Tenía lindos planes para nosotros— Marcel arregla su saco y se da la vuelta. — Gio, no quites el pie del renglón. Arcuri caerá— sonrió de lado. 

—Asegúrate de que esté en primera fila para verlo— regresé la mirada hacia mi despistada ragazza. 

[…] 

Al abrir la puerta de la mansión escuchaba la música a todo volumen desde la habitación de Daniel. Lo único que quería era cenar algo e irme a la cama. Mañana tenía varios asuntos que arreglar. 

—Señor, es bueno verlo un poco más temprano de lo habitual. 

—Mi día fue complicado Simone. ¿Algo importante? — Me dirigí hacía el comedor. Ocho sillas disponibles y casi siempre solo yo ocupaba una silla . Mi hijo solía cenar en un horario más temprano. Después de todo su carácter hacia mí seguía siendo frívolo y distante. 

—Bueno es mi deber avisarle que el señorito Daniel no va muy bien en algunas asignaturas. Laura asistió al colegio, si no aprueba los últimos dos exámenes de recuperación, me temo que tendrá que repetir las clases—. Repasé la palma de mi mano sobre mi rostro. 

—¿Le quitaron los videojuegos?

—Señor, con todo respeto, no creo que el joven Daniel logré aumentar su interés escolar usando castigos— negué con la cabeza.

—¿Y qué esperas Simone? ¿Qué repruebe todas las materias y este cayendo su educación? Eso no pasará. 

—Giovanny — muerdo mi lengua. Lo único que me faltaba. 

—Nana, ¿Qué haces tan tarde aquí? Pensé que viajarías a Venecia esta tarde. 

—Y dejar que mi querido piccolo uomo  siga cegado con la relación de Daniel. No lo creo. 

—Nana, he tenido un día nefasto. ¿Podemos hablar de esto después?—Me mira con desaprobación. La conozco perfectamente como para saber que si no le prestó atención, me lanzará un florero de mi propia decoración. 

—Esta bien. Dime. 

—    Giovanny cariño, Daniel no necesita castigos. ¡Por los cielos ni siquiera juega videojuegos! Es que no conoces a tu hijo. Él es un gran niño. 

—Yo no era rebelde a su edad. Tiene todo lo que necesita, y si reprenderle lo enfoca en donde debe estar entonces eso haré. 

—Reprenderle no cambiará nada. Tiene once años. Necesita otro tipo de apoyo. Estás en la compañía todo el día.

—¿Y ahora quieres que venga a ayudarle para que estudie? ¿Enseñarle las tablas de multiplicar acaso?

—No hablo de ti. Yo no estaré en un par de meses. Daniel necesita compañía.  Contrata a una Institutriz, es lo mejor para todos— Frunzo el ceño. ¿Una Institutriz? ¿Para qué más maestros?

No deseo discutir más. 

—Está bien. Contrataré a una Institutriz. Ahora déjame cenar ¿Si?— Una sonrisa complaciente aparece en el rostro de Laura. 

… 

Salgo de la ducha con un pijama puesto. Ya es muy tarde, salgo de mi habitación rumbo al cuarto de Daniel.  La puerta se encuentra entre abierta y dentro de la estancia una pequeña lámpara de color azul ilumina un poco las paredes. Veo a mi hijo dormir, y con la misma calma acaricio su mejilla. 

Sé que nuestra relación tiene una herida enorme. Sé que me culpa por la desaparición de Odette. Sé que piensa que yo hice algo para que se fuera. Si tan solo supiese la verdad. 

«Sera» Esa mujer no deja de rondar mi cabeza. Su parecido con ella, su fuerza, su voluntad.  Cierro los ojos regresando a mi habitación. 

La tentación de saber quién es llega a mis sentidos. Tomo el móvil y le envío un correo a Lorenzo. 

—Señorita Llilvian, creo que usted y yo tendremos más de una confrontación— sonrío de lado. Me encantaría que una de ellas fuese sobre la cama.

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