Capítulo 7

Llegamos al área de vestidores, la señorita Adelia abrió el cubículo que me asignaron para guardar mis pertenencias, sin pedir permiso tomó mi bolso y mi ropa, se acercó hasta una superficie plana y vació todo lo que había en mi bolso.

Suspiré al ver que no había nada, solo un cepillo para el cabello, un bloqueador solar para labios, un viejo teléfono móvil con la pantalla rota y un pequeño monedero con unas cuantas monedas para pagar el transporte público.

—Les dije que yo no tomé nada, no soy una ladrona — Dije envalentonada por mi conciencia tranquila y sin temor porque en bolsa no había nada.

—¡Aquí está! Este es el brazalete que se me perdió — Exclamó la señora Clara Bella sacando una pulsera de la bolsa de mi pantalón.

—¡Es mentira! — Chillé — Yo nunca había visto esa joya, siempre pensé que estaban hablando del brazalete que había visto en una habitación, pero aquél tenía las piedras de color púrpura y éste, tenía las piedras blancas.

—Así que resultaste una vulgar ladrona — Dijo el señor Duran mirándome con coraje, como si me odiara.

—Le juro que es una trampa, yo nunca había visto esa joya, no sé de donde salió ni cómo llegó a mi bolsa, se lo juro —. Dije llorando por la desesperación, había caído en una trampa y estaba segura de que todo había sido planeado por la señora Clara Bella.

—¡Llama a la policía Marco! Esta ladrona tiene que ir a la cárcel— . Dijo la arpía que me estaba acusando, injustamente.

—Señor Duran, por favor, se lo suplico no me manden a la cárcel, yo le juro que no me robé nada, no sé quién puso esa joya en mi ropa —. Ya las lágrimas brotaban de mis ojos.

Nunca pensé en pasar por una humillación de esa magnitud, el vestidor ya estaba lleno de empleados que debían cambiarse de ropa para irse a casa y otros para comenzar su turno, así que todo se había vuelto un espectáculo espantoso.

—Señor Duran, si lo desea, yo me puedo encargar de levantar la denuncia ante las autoridades, aunque… como sugerencia, al hotel no le conviene un escándalo, si esto trasciende a la prensa, nos afectara mucho como empresa, el nombre del hotel se vería comprometido —. Dijo el gerente y yo esperaba por una respuesta.

—¡Lárgate en este momento y no quiero volver a verte cerca de mi hotel! — Dijo y salió de los vestidores, sin siquiera mirarme.

Yo no paraba de llorar, había perdido el empleo que había conseguido con mentiras, quizá era un castigo por haber hecho las cosas de esa manera, pero con el empleo, posiblemente se me estaban yendo mis sueños de ir a la universidad.

—¡Cámbiate de ropa para que te vayas! — Me ordeno la señorita Adelia y yo obedecía, con manos temblorosas me quité el uniforme y me puse mi ropa.

Cuando salí de los vestidores dos guardias me esperaban para custodiarme hasta la salida.

Todo me daba vueltas, estaba enojada, triste, pero sobre todo, me sentía tan impotente por no poder hacer nada a pesar de ser inocente y lo que más me dolía, era que no iba a volver a Marco Duran ¿Por qué me dolía tanto?  Quizá porque, aunque sabía que nunca iba a poder aspirar a que se fijara en mí, yo me conformaba con verlo, aunque sea de lejos.

Iba llegando a la puerta de empleados cuando el gerente de división cuartos nos alcanzó.

—¡Esperen un momento! — Gritó desde medio camino, los guardias se detuvieron y él se acercó hasta donde nos encontrábamos.

Me tomó del brazo y me arrastró hasta el medio de la cancha de tenis que se encontraba cerca de la salida de empleados, supuse que me diría algo que no quería que los guardias escucharan.

—¿Qué es lo que quiere? ¿Humillarme más? Yo no robé ese brazalete, estoy segura de que fue una trampa de la señora Clara Bella, ella no me quiere en este hotel y no entiendo por qué. ¿En qué le afecta a ella una simple camarista?

—Yo sé que tu no robaste esa pulsera, pero las pruebas te incriminan y si lo piensas bien, yo te acabo de salvar de ir a la cárcel.

—¿Y espera que se lo agradezca? ¿Si usted sabe que yo no robé la pulsera por qué no lo dijo?

—Digamos que no lo dije porque una chica tan bonita como tú, no debería estar trabajando de camarista, ya sé que eres modelo de una página de internet y que no te importa mostrar tu cuerpo, si tu quisieras, yo podría pagarte lo que me pidas por una noche.

Sentí como la cara se me puso roja por la vergüenza y el coraje y sin pensarlo dos veces, le solté una bofetada con toda la fuerza de la que fui capaz, dejando la palma de mi mano marcada en su mejilla y mi mano ardiendo del dolor.

—Usted es un asco y créame que nunca me prestaría para algo tan bajo y menos con una porquería de hombre como usted.

Me di la vuelta y comencé a caminar hacia los guardias, llorando, pero ahora de rabia.

—¡Piénsalo! Yo puedo hacer que Marco Duran se entere de la verdad y te devuelva tu empleo y hasta te pida una disculpa.

Estaba desesperada por el empleo, pero nunca, nunca aceptaría hacer lo que ese hombre me pedía, yo no era una prostituta, ni siquiera había dado mi primer beso, porque esperaba hacerlo cuando estuviera enamorada de verdad.

Antes de salir del hotel para siempre, volvieron a revisar mis pertenencias, me reí en la cara del guardia.

—¿Qué espera encontrar? ¿Jabones? ¿Toallas? ¿Cubiertos? Porque el brazalete que me robé ya me lo sacaron en los vestidores — Dije con sarcasmo, ya no me importaba nada, lo peor ya había pasado.

—Lo siento compañera, yo solo cumplo órdenes —. Dijo la guardia que me estaba revisando el cuerpo con las manos, lo que se me hizo una reverenda estupidez y otra humillación a mi persona.

Salí de ahí y caminé unos pasos hacia la calle, cuando al fin estuve lejos de la vista de los guardias de la entrada, me detuve junto a un poste y comencé a vomitar, estaba asqueada por lo que había pasado, los alimentos que había ingerido antes de tan abominable suceso salieron por mi boca como un proyectil.

—¿Ana te sientes mal? ¿quieres que te lleva a tu casa? — La voz de José que estaba parado detrás de mí hizo que me avergonzara más.

—No, gracias estoy bien —. Dije tímidamente, debía estar pensado lo peor de mí.

—Quiero decirte que yo no creo que seas una ladrona, estoy seguro de que te tendieron una trampa.

—¿En verdad crees en mí? — Asintió con la cabeza.

—Tienes unos ojos que reflejan bondad y dulzura, unos ojos así no pueden ser de una persona capaz de robar.

—José, si me lo estás diciendo porque quieres conseguir algo conmigo, mejor vete.

—No, no pienses mal, te lo digo porque mi abuela dice, que se sabe cuándo una persona es buena cuando sus ojos reflejan dulzura y eso es lo que vi en ti desde el primer día que te vi.

Me extendió una botella de agua que llevaba en las manos y yo la recibí para enjuagarme la boca, era muy desagradable haber vomitado.

José me llevó a casa en su motoneta, me dejó en la puerta y prometió ayudarme a buscar otro empleo, le di las gracias por querer ayudarme, pero no había nada que me quitara el dolor que estaba sintiendo.

Esa noche vi llegar a Connie desde la ventana de mi cuarto la vi bajar de una camioneta muy lujosa y no pude evitar preguntarme… ¿Sería verdad que no necesitaba tener sexo con los hombres paras ser una Sugar Baby?

—¿Ya me vas decir que te pasó? Desde que llegué del trabajo me di cuenta de que tienes los ojos hinchados de tanto llorar y no quisiste bajar a cenar, ¿pasó algo en tu trabajo? —Melo comenzó a cuestionarme, me conocía demasiado bien y no había manera de mentirle.

—Me echaron del trabajo — dije y me dejé caer sobre la cama, abracé mi almohada y me puse en posición fetal, solía hacerlo cuando algo me dolía y esta situación me dolía demasiado.

—¡Ana! ¡No es posible que solo hayas durado dos días en el puesto! ¿Con quién te peleaste? ¿Acaso no sabes mantener la boca cerrada?

—Melo te juro que esta vez no fue por mi boca, me tendieron una trampa, me corrieron por ladrona.

—¿Ladrona tú? ¿Pero qué se creen? ¿Acaso creen que una chica huérfana no puede tener valores y principios? ¿Quién te acusó de semejante atrocidad?

—Nada más ni nada menos que la novia del dueño del hotel, pero te juro que me puso una trampa, todavía ni siquiera sé por qué lo hizo, pero es una arpía con nombre de vaca y hocico de buitre.

Le conté con lujo de detalles todo lo que había pasado con la señora Clara Bella desde el día que conocí a Marco Duran, y no entendía por qué la había tomado contra mí.

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