Capítulo 4

Justo cuando Kendra estaba dispuesta a salir, la puerta se abrió de sopetón, mostrando tras ella a Blake con semblante serio.

—¿No deberías estar haciendo tu trabajo, Kendra? Para eso se te paga— entró a la habitación y sentí cómo si esta se encogiese—.

Fruncí el ceño, molesta por el trato que le estaba dando y avancé unos pasos.

—Blake— decidí intervenir, enfadada, el me observó permaneciendo con el ceño fruncido—, no es necesario que le hables de esa manera—.

—No te entrometas en asuntos que no te comprometen— demandó, con sus ojos gélidos muy fijos en los míos—.

—Sí, si voy a entrometerme porque ella es mi amiga— señalé a Kendra que se veía muy afligida mientras movía las piernas, nerviosa en su lugar—, y no voy a permitir que la trates así—.

—¿Quién te da el derecho de cuestionar mis acciones?— apretó su quijada y avanzó un poco en mi dirección, algo tenso—.

—Deja de comportarte cómo un idiota— exigí, molesta—.

Giró la cabeza evitando mi mirada y exhaló con fuerza.

—Yo… yo lo que menos quiero es que discutan por mi culpa, en verdad— habló Kendra mirándome—, está todo bien, Amy—.

—No, no está bien, y nada de esto es tu culpa, todo es culpa de él— señalé a Blake apuntándolo con mi dedo, sé que es de mala educación, pero con él no quería tener ningún poquito de consideración—, él es el idiota que debe ser puesto en su lugar, no tiene derecho alguno a pisotear a quién se le da la gana sólo porque tiene algo de poder—.

—Sal de aquí, Kendra— ordenó hacia la castaña quién bajó la cabeza, algo incómoda—.

—No, ella no se irá. No es una pieza de ajedrez a la que puedas mover cómo se te antoje.

—Kendra— pronunció su nombre, cómo una advertencia, y ella salió disparada de la habitación dejándome indefensa. Creo que ya no me siento tan valiente—.

Respiré con dificultad cuando el cerró la puerta y le puso seguro.

—Eres un idiota— tragué saliva cuando se acercó a mí, con lentitud, pareciendo inofensivo—.

—¿Puedes parar?

—No— musité cruzándome de brazos—.

—Estás comportándote cómo una niña de diez años.

—Es asunto mío cómo me comporto.

—Entonces tú no te metas en las decisiones que tomo y en las cosas que hago.

—Si tengo que meterme lo haré, porque a diferencia mía tú pisoteas a los demás cómo se te da la gana, yo no.

—¿Desde cuando te preocupas tanto por los demás? Siempre has sido una egoísta.

Abrí la boca indignada, fruncí el ceño mientras apretaba mis puños con fuerza.

—¿Egoísta? ¿Egoísta… yo? ¡¿Hablas en serio?!

—No grites— ordenó arrugando la nariz—.

—¡Gritaré todo lo que quiera! ¡Nómbrame una sola ocasión en la que haya sido egoísta contigo, Blake!

—No quiero seguir escuchándote, me voy— murmuró con cansancio y comenzó a caminar—.

—¡No! Vas a escucharme— farfullé, enojada mientras caminaba hacia él y lo tomaba del brazo, deteniendo su marcha—.

—No quiero seguir discutiendo, deja de buscar problemas a todo, para.

—Lanzas la piedra y escondes la mano. Tú comenzaste diciendo que yo era una egoísta ¡El único egoísta aquí has sido tú!

—Para, Amy. Última advertencia— acarició sus sienes con cansancio—.

—¿Oh qué? ¿Vas a golpeame? ¿Vas a encerrarme? ¿Qué vas a hacer?

—Jamás te golpearía ¿Qué demonios estás diciendo?

—¡Eres un idiota! ¡Te imagino capaz de eso y más, eres tan imbécil que quiero pegarte un fuerte puñetazo y golpear sin parar tus…

Me tomó tan desprevenida cuando tomó mis brazos y caminando junto a mí hacia atrás me pegó a la pared dejando mis brazos a los costados de mi cabeza.

—¿Qué- qué estás haciendo?

Todo paso tan rápido que cuando sus labios se estamparon con brusquedad en los míos no pude detenerlo. Me besó con tantas ganas que me contagió de ellas, no pude parar, fue cómo si estuviese ahogándome en miel.

Sus labios se movían con fiereza sobre los míos, un movimiento seductor y excitante a la vez que hacía que mis piernas se pusiesen a temblar sin control alguno.

El sabor de su boca fue algo exquisito que jamás probé antes, algo que sin duda sería mi perdición y me llevaría al borde de la locura. Sus labios besando, lamiendo, chupando y succionando eran capaces de hacerme perder la cordura, y es justamente lo que estaba sucediendo. No podía separarme, su cuerpo caliente junto al mío, sus manos soltando mis muñecas y bajando a mi cintura apretándola con posesión y lujuria, sentí decaer por completo mientras su boca se fundía en la mía, los movimientos no paraban, el roce era interminable, juro que no podía más, mi corazón golpeaba con fuerza dentro de mi pecho, algo que jamás había sentido encendió mi cuerpo. Me asusté, me asusté mucho, jamás había imaginado las muchísimas sensaciones que podían atacarte por un contacto cómo este.

Y pues, cómo sabía que esto acabaría, se lo devolví. Sé que me arrepentiría una y otra vez de esto, pero no pude evitarlo, sólo pensé en lo que mi ser me exigía.

Moví mis labios de la misma manera que el lo hacía, ladeando mi cabeza y rozando una y otra vez nuestros labios, pues al ver que yo respondía, le puso muchas más ganas al beso, no dejaba de besarme, no dejaba de morder mis labios mientras su lengua jugueteaba con la mía.

Cómo era de esperarse el aire comenzó a faltarme y me separé de golpe, empujándolo por el pecho.

—¡Me besaste!— chillé con indignación, él, quién aun permanecía con los ojos cerrados los abrió de golpe pareciendo desconcertado—.

—Me has respondido.

—¡No tenías derecho a besarme sin mi autorización!

—¡Me has respondido!— repitió, consternado— jodida loca—.

—Jamás te dije que me besarás.

—No parecías pensar lo mismo cuando me besaste— sonrió de lado y mordió su labio inferior—.

Me limpié la boca con rabia y lo miré con mala cara.

—Jamás vuelvas a hacerlo— ordené apuntándolo—.

—No tendré que hacerlo, después serás tú quién vendrá a mí.

—Ja, ni en tus mejores sueños.

Pasé por su lado dispuesta a salir rápido de ahí, pero me tomó del brazo.

—No estés tan segura, luego tendrás que lavarte esa boquita con jabón.

Acarició mi labio inferior con lentitud, mientras sus ojos bajaban a mi boca.

—¿En verdad creías que iba a besarte?— rio con burla en cuanto alejó su pulgar de mi boca— ¿En verdad eres tan ingenua cómo para creer que un día llegaría a enamorarme de una insignificante humana cómo tú?

—Déjame en paz— murmuré con la garganta apretada por contener el llanto, ya me sentía lo bastante miserable cómo para encima llorar enfrente de él—.

—No lo haré. Todo esto es culpa tuya. Tú apareciste en mi puto camino arruinando todo lo que tenía.

—Yo no fui quién mató a tus padres, te lo juro— mi labio temblaba mientras agachaba mi cabeza—.

—¡Entonces explícame por qué estabas con aquel grupo de cazadores!

—¡Me secuestraron! No sé quiénes son ellos porque jamás los había visto en mi p**a vida.

—¡No te creo nada!

—Pues no lo hagas— balbucee, sintiendo cómo las lágrimas resbalaban por mis mejillas—, no me creas, pero por favor… sácame de aquí—.

—Hasta que no compruebe que eres inocente no te dejaré libre.

—¡¿Por qué demonios me odias tanto?!— grité, sintiendo cómo mi garganta ardía por la falta de agua—.

—¿Y qué quieres? ¿Qué acepte cómo mi p**a alma gemela a alguien que tiene que ver con la muerte de mis padres?

—No entiendo ¡No entiendo nada! No sé quién m****a eres ¡Déjame salir de aquí, te lo ruego!

—Silencio.

—¿Qué me hiciste? ¿Por qué me duele tanto el pecho? ¡¿Qué me hiciste, imbécil?!

—Amy— un susurro preocupado me trajo de vuelta a la realidad, sentí los dedos de Blake secando mis lágrimas con delicadeza— ¿Qué tienes? ¿Por qué estás llorando?

—Suéltame— musité entre dientes, apretando los puños—.

—¿Necesitas ayu…

—¡Déjame en paz! ¡Sólo quiero que me dejes tranquila!— se alejó un poco, sobresaltado—.

—¡¿Qué demonios te pasa?! No te dejaré sola cuando estás de esa manera.

—¡Tú eres quién causa todo esto! Es por ti que no he podido ser feliz en todos estos putos años.

Mi cuerpo se sentía pesado mientras me deslizaba por la pared hasta llegar al suelo, totalmente derrumbada.

—Ven— musitó, pareciendo sinceramente preocupado. Se agachó a mi lado y me abrazó, abrazó mi cuerpo intentando consolarme, acarició mi cabello, pero yo no reaccionaba, mi cuerpo no respondía, sólo podía temblar entre sus brazos—. Tranquila, todo está bien, son recuerdos, sólo malos recuerdos—.

Pasaron minutos así, con el pegado a mí, intentando tranquilizarme.

—Hola— escuché su voz acelerada mientras hacía algo que no podía identificar bien—. Necesito tu ayuda… es Amy… sí, no sé qué le pasa, no sé cómo calmarla—.

Después de otros minutos pude oír un fuerte sonido y divisé la silueta de Camila avanzando con prisa hacia mí.

—Amy— murmuró tomando mi cara para observarme con mayor detenimiento—.

Quité mi cara con brusquedad y comencé a respirar muy aceleradamente.

—Déjenme en paz.

—¿Qué sucedió antes de que comenzara a comportarse extraño?

—No es de tu incumbencia.

—Oye, necesito saberlo

Blake se quedó en silencio un momento.

—Nos besamos.

—¿Qué?

—También discutimos.

—¿Se besaron?— chilló—.

—Creo que es mejor que descanse. Tú llama a un doctor.

Sentí que comenzaban a elevarme del piso a pesar de mis quejas y me dejaban en la cama.

Después de unos minutos me sentí algo más tranquila, podía sentir las caricias en mi cabello y la delicadeza en la acción ejercida.

—¿Puedes explicarme que pasó?

Miré a Blake sin ganas y volví mi vista a mi lugar.

—Amy.

—Estoy bien.

—No estoy seguro de eso.

Fruncí el ceño y me giré dándole la espalda.

—Debes comer algo. Ten— me pasó un plato de comida y una taza—, bebe esta agua de hierbas para calmarte—.

—No intentes hacerte el bueno conmigo ahora.

—Estoy intentando ayudarte— contestó enfadado—.

—No necesito que finjas preocupación por mí.

—Si sigues haciendo drama lo mejor es que me vaya— musitó con algo de molestia—.

—Oh, ¡perfecto! Cómo si me importara, vete, huye cómo siempre lo haces, imbécil.

—¡Sólo intento ayudarte! Deja de hacer problemas por todo. Siempre es lo mismo contigo, Amy— se giró camino a la puerta y salió dando un fuerte portazo—.

Sin tener idea de por qué comencé a llorar, me sentí patética al instante, y es que tal vez si lo estaba siendo, llorar nuevamente por su culpa no era algo muy inteligente de mi parte.

Lo mejor es que me marche de aquí lo antes posible, porque si sigo estando aquí por más tiempo lo más probable es que después no pueda marcharme, literalmente. Mi ser añoraría a ese imbécil sin poder evitarlo.

Cada vez que lo veía los recuerdos se aglomeraban en mi mente, haciéndome sentir nuevamente insegura y con miedo. Juro que quería librarme de aquellos malos pensamientos, de aquellos momentos en que pensamientos autodestructivos me venían a la mente, quitándome la poca seguridad y valentía que había reunido en estos años, pero no podía, había algo muy fuerte, con mucho poder en mí, que me lo impedía.

***

Cuando dieron las tres de la madrugada decidí que era el momento, estaba convencida de que nadie me vería, así que tomé mis maletas ya hechas e intentando hacer el menor ruido posible comencé a caminar por los anchos pasillos del lugar, alumbrando cómo pude con la linterna de mi celular seguí mi camino buscando la puerta trasera, la cual me facilitaría demasiado la huida.

Me puse la capucha medieval negra sobre la cabeza y con nerviosismo intenté abrir la puerta, esta cedió de inmediato y por la fuerza que ejercí casi me caigo de culo al suelo. Abrí los ojos sorprendida y comencé a caminar, oí el crujido suave en el suelo y me agaché a recoger la bola de papel que se hallaba en el suelo.

Alumbré con mi linterna y con dificultad logré desenvolver la hoja de papel, había algo escrito. Fruncí el ceño y entrecerré los ojos intentando ver el contenido de lo que se encontraba allí escrito.

Vamos a ver hasta donde llegas sin necesitarme.

Nuestras almas siempre le pertenecerán al otro, nuestros cuerpos siempre se anhelarán, nuestros caminos siempre se juntarán porque esa ha sido la suerte de conocernos, esa ha sido y siempre será nuestra suerte. 

Aquí te esperaré corazón, no creas que será tan fácil huir de nuestro destino.

(Te dejé la puerta abierta para probar cuanta valentía tienes, para probar cuanto tardas en volver a mí, para convencerme de la fuerza de voluntad que tienes cuando se trata de mí)

—Maldito idiota— refunfuñé, tirando una patada rabiosa al aire intentando disipar mi rabia—. Mierda— me quejé cuando golpeé mi pie con una estatua no muy grande que estaba situada en la superficie del suelo—.

Salí prácticamente cojeando por la puerta y comencé a caminar cómo pude a casa de Camila.

Golpeé su puerta y esperé unos minutos mientras me agachaba y masajeaba mi pie.

—¿Qué haces aquí?— la voz seca de Shane se escuchó y subí mi mirada, levantándome—.

—Siento la hora, pero necesito ver a Camila, en verdad es ur…

—He hecho una pregunta— se cruzó de brazos aún en el umbral de la puerta—.

Solté un suspiro y señalé mi pie.

—Mira, Shane, me he lastimado y necesito descansar un momento y hablar con mi amiga.

—Ni siquiera te preocupaste en todo este tiempo de preguntarle a Camila cómo estaba, si necesitaba algún consejo, si necesitaba apoyo por la muerte de sus padres ¿ahora es qué vienes aquí como si nada a hacerte la buena después de ser una egoísta? ¿después de dejar totalmente de lado a Blake y a tu amiga?

—Lo de Blake no es asunto tuyo. Y sé que fui una pésima amiga, pero yo también lo pasé mal, muy mal. Shane, estoy poniendo en riesgo mi vida por proteger a toda esta comunidad— bufé, irritada, y me crucé de brazos—.

—Si es mi asunto, porque de quien hablas es cómo un hermano para mí— musitó con los ojos fijos en mí—. Y que lo hayas pasado mal no es responsabilidad de ninguno de ellos—.

—Si tanto quieres meterte en nuestros asuntos entonces deberías enterarte de todo lo que Blake me hizo pasar y luego de eso la única opción que te quedará será cerrar la boca por idiota.

—Tengo el poder de mandarte a una celda, Amy. No me faltes el respeto— apretó la mandíbula y los puños a la vez—.

—¡Mándame! Hazlo, me da igual, he pasado por cosas mucho peores y un estúpido cómo tú no me va a callar— refuté, molestándome considerablemente por sus palabras—.

Tomó mi brazo y comenzó a llevarme casi a rastras por el camino.

—¡Shane, por favor no! Disculpa— rogué mientras intentaba detener su caminata—.

—Te lo he advertido— soltó simplemente—.

—Camila se enterará de esto y se enfadará mucho contigo.

—Me encargaré de que se le pase— respondió—.

—¡Shane! ¿Qué demonios te pasa? ¡Traela de vuelta ahora mismo!— la voz de Camila se oyó cuando ya estábamos algo alejados—.

Nos detuvimos y me giré para mirarla, estaba descalza en el umbral de la puerta, con el pelo enmarañado y la ropa desarreglada. Comenzó a caminar hacia nosotros a paso rápido.

—Bonita, por favor no te metas en esto— pidió. Bajó la vista a sus pies descalzos y soltó mi brazo para caminar hasta ella—. Entra a casa—.

—¡Escuché todo lo que le has dicho! ¿Cómo pudiste ser tan insensible?— soltó, enfadada—.

Shane suspiró con cansancio y volvió a mirarme— Puedes irte, Amy—.

—¡No se irá! Ella quería hablar conmigo. No seas un pesado.

—Creo que es mejor que me vaya— intervine—. Estaré llamándote, cualquier cosa que necesites me avisas—.

—Pero…— Shane la cargó en sus brazos e ingresó a la casa—.

Me quité la prenda que llevaba sobre la cabeza y la lancé al suelo con fastidio.

Tal vez Shane tenía razón, tal vez si había sido una pésima amiga y sólo había pensado en mí. No me había preocupado de llamarla, ni de preguntarle nada. Jamás me puse a pensar en cómo se sentía desde la muerte de sus padres, simplemente… me centré en el plan. Y la verdad es que ahora no me sentía nada segura con eso, pero haré lo posible por cuidarlos, a todos, a cada persona que vive en esta manada, a cada persona que se ha robado un pedazo de mi corazón, y si es necesario daré mi vida por su seguridad y tranquilidad.

En estos momentos no sabía que rumbo tomar, no sabía si quedarme o continuar mi camino. Si no volvía, Carlos comenzaría a sospechar, a llamarme constantemente, a presionarme, y si volvía, me haría sentir incómoda y con miedo, y sé que esas eran las consecuencias de meterme en este lío, pero para ser sincera, aún no estoy preparada.

Eran dos desventajas que no me gustaban en absoluto.

Y si me quedaba aquí, con Blake… me confundiría aún más, porque tenía una especie de amor- odio contra él, porque hacía que mi corazón latiera sin control y a la vez hacía que lo quisiese golpear una y otra vez. Estoy segura que me sería difícil resistir mis emociones, que sería difícil mirarlo a los ojos sin que mi estómago cosquilleara bajo sus ojos azules.

Lo que también tenía en cuenta era que teníamos que sanar, y no, no hablo de dolor físico, hablo del dolor emocional tan profundo que nos llenaba a los dos y no nos dejaba avanzar.

Él tenía inseguridades, tenía miedos, tenía traumas. Y yo, también tenía inseguridades, tenía miedos, y tenía rabia, rencor, ira acumulada desde hace muchos años la cuál no se iba por más que quisiese. Nos hacíamos daño una y otra vez, constantemente, y no era sano. Era mi otra mitad, sí, pero si ambos estábamos rotos era imposible que encajáramos, era imposible que juntáramos nuestras mitades así cómo lo hacen dos mitades perfectas, sin trizas ni partes vacías en ellas.

Todavía hay cosas que revelar, cosas inconclusas y perdones por pedir. Pero eso sólo sucedería si dejábamos el orgullo de lado y nos concentráramos en lo que en verdad era importante: sanar y aceptar nuestros errores.

Salí de mi ensimismamiento al oír un ruido detrás de mí, me giré sobresaltada dispuesta a salir corriendo en ese mismo instante.

No vi nada.

Vale, probablemente era un animalito que andaba por ahí. Suspiré e intenté calmar un poco mi respiración.

De nuevo ese ruido, pero esta vez más cerca.

Okey, adiós tranquilidad, hola hora de correr.

Aceleré el paso y esta vez al girarme vi una silueta negra.

Divisé una roca del tamaño de la palma de mi mano y la tomé, dispuesta a defenderme.

¿Y si era algún cazador?

¿Y si Carlos me había descubierto y había mandado a matarme?

¿Y si me torturaba sin parar por días?

Me adentré en lo oscuro del bosque sin pensar en nada, estaba claro que no veía perfectamente, pero la luna alumbraba levemente mi camino y comencé a correr. La silueta comenzó a acelerar su paso también. Entré en pánico, corrí sin parar lastimándome cada vez más el pie.

Tenía miedo, mucho miedo, no quería morir sin antes cumplir mi misión.

Puse mis manos sobre mis oídos con fuerza, intentando no escuchar nada, intentando distraerme y olvidar un poco lo que ocurría. Era imposible, estaba corriendo sin detenerme porque alguien venía tras de mí intentando no sé qué.

De pronto tropecé con un objeto duro y mi pie impactó con fuerza contra este mientras caía de bruces golpeando parte de mi cara. Solté un jadeo de dolor y de miedo a la vez porque en el mismo instante que caí alguien había tomado mi brazo.

—Amy. Soy yo. Joder tranquila.

Blake me acunó la cara con sus manos cuando me acomodé sentándome en el pasto.

  —¡Serás idiota!— grité, con la garganta apretada—. ¡¿Cómo se te ocurre darme semejante susto?!

—Quería asegurarme de que nada te pasara— sus ojos lucían colmados de preocupación mientras revisaba el costado de mi rostro—.

—Pues no lo conseguiste.

Necesitaba controlarme, hace tiempo he estado muy paranoica, con miedo constante y enfados repentinos.

—¿Por qué te has puesto así? ¿Es posible que este plan que has hecho con los cazadores te esté causando preocupación? Si es así necesito que salgas de ahí, sal de ahí, Amy. No sigas poniéndote en riesgo. No lo puedo permitir. Necesito saber si necesitas ayuda.

—No— respondí en seguida—. No puedo, no… yo…

—Amy. Sé que quieres protegernos, pero yo puedo proteger a mi manada, yo quiero protegerte a ti, pero no puedo hacerlo si estás lejos, y aunque parezca un puto egoísta siempre serás mi prioridad ante todo. Sólo debes decirme y mato a todos esos hijos de puta— deslizó su mano por mi mejilla con delicadeza—.

—¡No!— solté de inmediato—. No puedes hacer eso—.

—¿Por qué? ¿Es que quieres protegerlos?— hizo una pausa y frunció el ceño ladeando la cabeza— ¿Acaso te tiene amenazada?

Bajé la cabeza evitando su mirada.

—Es eso.

—No sólo a mí— admití—, a todos los que trabajamos con él—.

—Hijo de perra— gruñó—.

—Pero fuera de eso yo tomé la decisión, yo soy la que quiere ayudarlos— agregué—.

—Amy, deja eso— rogó desesperado—.

—Si lo hago me matará, el nos matará a todos, Blake— hablé—.

—No— declaró—. No dejaré que nadie te haga daño nunca más, porque si eso pasa, si llegas a morir, Amy, juro que muero contigo, lo juro. No pienso perderte otra vez—.

—Basta, Blake. Es suficiente— me levanté, separándome de él—.

—¿Basta de qué? En verdad estoy intentando cambiar, ni siquiera te das cuenta de eso— farfulló—.

Me giré nuevamente para mirarlo.

—¿Y de qué demonios sirve eso ahora? ¿De qué? ¿Jamás te has dado cuenta del daño que me haces?

—Lo he intentado de todas maneras, Amy, pero creo que contigo no se puede.

—Siempre lo has tenido todo, jamás has tenido alguna necesidad— me acerqué caminando hacia él—, jamás has tenido que luchar por algo, entonces, si es que en verdad quieres alguna oportunidad, no pretendas que será tan fácil—.

Soltó una risita burlona que me enfadó, me crucé de brazos y lo miré con el ceño fruncido.

—¿Qué?— solté entonces—.

—Sigue haciendo eso, sigue teniendo esa confianza, sigue creyendo todas esas cosas que pasan por tu cabecita, sigue creyendo que me odias— dio un paso más a mí y me sentí pequeña, eché mi cabeza hacia atrás para observarlo mientras tragaba saliva con dificultad—, pero tarde o temprano caerás, y será inevitable—.

—Sueña, sigue soñando, porque jamás caeré ante alguien tan insensible que fue capaz de ser tan cruel conmigo sin siquiera conocerme. Debería darte vergüenza, Blake.

No sé en qué momento la conversación había tomado este rumbo, en qué momento se había tornado tan tensa, pero sé que quería enfadarlo, que sintiera un poquito de culpa.

—Todo eso fue un error— respondió, pareciendo arrepentido—.

—¡Me mantuviste encerrada como un maldito loco! ¡Me culpaste de la muerte de tus padres cuando ni siquiera tenía idea de quienes eran! ¡Me hiciste sentir tan insegura que no era capaz de valorar lo que valía! — me enojé tan de repente que terminé gritando, exasperada—.

—No sabía todo lo que había pasado, Amy. Juro que puedo compensar todo eso y…

—Eso mismo, Blake, no sabías lo que había pasado, por lo tanto, no debiste juzgarme.

—Algún día estaremos juntos.

—Eso no será posible hasta que no vayas a un puto especialista, Blake. Lo digo en serio— retrocedo y retiro mi vista de la suya—.

—Entonces…— murmuró— vamos y sanemos juntos—.

—Yo voy por mi parte y tú por la tuya, porque de otro modo esto no va a funcionar.

—Amy…

—Nada, todo tenías que haberlo pensado cuando comenzaste a comportarte cómo un idiota.

Sentí sus pasos acercarse y luego su mano tomar mi muñeca.

—Lo intenté, pero creo que tendrá que ser a mi manera— murmuró contra mi oreja—, si sigues comportándote así, Amy, tendré que tomar medidas serias contigo—.

—¿Qué? Entonces volverás a tenerme encerrada y luego…

—No— interrumpió—.

Soltó mi muñeca y acercó su boca a mi cuello, pegué un pequeño salto cuando lo sentí pegado a mí, su mano acarició mi cintura y la otra subió a mi cuello, me asusté e intenté alejarme.

—¿Blake?...

Su mano se coló dentro de mi prenda superior, acariciando mi estómago y solté un suspiro entrecortado, su mano se envolvió sin fuerza sobre mi cuello y con su pulgar comenzó a acariciar mi mandíbula.

—Suéltame— hablé, me maldecí al instante por no escucharme tan convencida como pretendía.

—Dime por qué tu corazón late así, por que tu respiración está tan acelerada y tu cuerpo estremeciéndose de esa manera ante mi toque y entonces lo haré— respondió simplemente—.

Me giré rápidamente para separarlo, pero no conté con que estaría tan cerca y entonces nuestras narices rozaron. Me quedé con la mano que lo iba a separar suspendida en el aire.

—¿Por qué te contienes tanto, Amy? Si quieres besarme solo hazlo— nuestros labios casi se rozan cuando habló y cerré los ojos por inercia, dejándome llevar un poco—.

—Cállate.

—No se me da la gana.

—Te odio— abrí los ojos y lo miré con molestia—.

—Y yo a ti— respondió, pero estaba claro que no lo dijo en serio, porque apenas intenté separarme, agarró mi cintura esta vez con las dos manos y estampó sus labios con los míos—.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo