—Mañana —le dijo August a una Tess muy ebria— vas a amanecer con un dolor de cabeza que…
—No me importa —suspiró Tess mirando a su marido mientras éste conducía y mordiéndose los labios.
—Eso dices ahora…
—Es lo que cuenta. ¿Vamos a un hotel?
—Si quieres…
—Oh, sí. Y hagamos el amor salvajemente. Ya podemos. Voy a hacer mucho ruido, te lo advierto —él la miró sonriente. Tess ebria era bastante divertida.
—Gracias por avisar.
—Y nada de preservativos —se acercó a él y susurró: —hagámoslo descuidadamente.
—Hace tiempo que lo hacemos sin preservativos.
—Oh, es cierto. Es que no me gustan. August, ¿no quieres tener un bebé conmigo? —a él le entró tos entonces, y tuvo que baj