Capítulo treinta

No había explicación para tal realidad solo quedaba mentir y mentir hasta el final de todo.

Y con las mentiras se puede llegar muy lejos pero jamás se podrá volver con ellas.

La señora hechicera había ayudado a ocultar el aroma del niño, este claramente lo delataría delante del alfa y la manada. Está también se había presentado ante Romina diciendo:

Mi luna, no debe conocerme—murmuro la señora pero Romina le insistió tanto que suspiro—Bueno mi señora, mi nombre es Karen y soy hechicera como ya te había dicho.

¿Por qué me ha ayudado con todo esto?—cuestiono confundida ante

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