Capitulo 7: Una invitada inesperada

El timbre sonó, despertándolo. Con pereza se incorporó en la silla y pasó sus grandes manos por su rostro. Automáticamente miró hacia un lado, Julien buscaba algo en su mochila. Quedaban ellos y dos alumnos más. Aun con sueño quiso volver a bajar la cabeza y envolverse entre sus propios brazos, pero la voz femenina de Laura captó su atención. Gruñó en sus adentros, no tenía ganas de charlar. Jean era de esas personas que por no poder dormir, el mal humor los dominaba.

Tomó un respiro profundo y la miro a ella estando en frente de su mesa. 

—Lo siento, no te escuché. —se disculpó amablemente. Sus ojos estaban adormilados, tanto que Laura también los notó.

—Solo pregunté si quisieras venir con nosotras. —dijo señalando a una chica detrás de ella, esperándola. —Te he visto solo en el comedor, pensé que sería buena idea presentarte a unos amigos. 

—Gracias pero, conozco gente. Es solo que no me gusta estar muy apegado a ellos. 

—¿Estás seguro que no quieres venir? Será divertido charlar y conocernos un poco. —decirle que no a tan linda chica le hacía sentir tan tonto. Laura miraba cada facción de él, y se preguntó ¿Cómo rayos es que recién este año lo conoce? ¿De dónde es y dónde ha estado todo este tiempo? 

La parte de "Te he visto solo..." sucede desde que él llegó, al principio se sintió tímida de hablarle. En receso, sus amigos le hablaban, ella solo asentía pero sus ojos y su mente estaban en otro lado. Dirigidos hacia él, quien siempre se compra una hamburguesa y una cajita de jugo de naranja en el almuerzo. La ultima vez lo vio sentado en la misma mesa que Julien, era extraño, se preguntó si ellos ya se habían conocido anteriormente.

¿Por qué él hablaría con alguien como ella? Apenas Jean llegó, varios alumnos ya le han informado de lo que sucede, del como es Julien.

 

Laura ha estudiado en aquel instituto desde el primer año de secundaría. En el mismo salón de Julien desde hace años y no han intercambiado ni siquiera un "Hola". Ambos estuvieron juntas en el jardin se infantes, eran "amigas". Pero luego de volverse a reencontrar en secundaria y darse cuenta del problema que hay donde sea que ella esté, decidió que ni siquiera iba a mirarla. Muchas cosas cambiaron. Los demás cambiaron con ella y luego Julien también cambió.

Sus mejillas se sonrojaron cuando Jean volvió a decirle que no, decidió que volvería a intentarlo otro día. El chico se moría de sueño, podía apenas mantener esos ojos hermosamente azules y grandes, abiertos. Se despidió de él con una sonrisa, dejar de mirarlo parecía imposible que se quedó unos segundos más ahí. Luego, por la incomodidad que estaba provocando, se giró sobre sus talones y se marchó. 

—Curiosamente extraña. —fue lo que dijo después de que Laura saliera del salón. Ha notado que no deja de mirarlo en medio de clases. Laura se sienta en uno de los primeros asientos del lado izquierdo. Él al lado derecho de las mesas de en medio. Movió la cabeza hacía la derecha, a Julien le gustaba sentarse en el lado de la pared. Desde ahí tenia buena vista hacia las ventanas y lo que se lograba desde ahí. —Pero no más que tú. 

—¿Y ahora que hice? —Se queja y lo mira con extrañez. Luego continuó contando el dinero que llevaba en las manos.

—¿No vas a irte? —Ella asintió. Tratando de no perderse al contar. —¿Y qué esperas? 

—Estoy contando mi dinero. 

—Puedes contarlo afuera.

—Lo contaré donde yo quiera, imbécil. 

Tan amistosos como siempre.

Él levanta las cejas y le resta importancia, vuelve acomodarse en la mesa. Esperó a que ella se fuera y así por fin tener la silenciosa paz para continuar durmiendo, pero el sonido de las monedas que caían al suelo por su torpeza. El sonido chillante de esa maldita silla que ocupba, cada vez que se mueve. 

<<Joder.>> pensó. 

Levantó la cabeza y la vio salir del salón tranquilamente sin saber que el sueño del chico había sido estropeado. Dio un profundo respiro mientras se levantaba, palmeando el bolsillo de su pantalón confirmando que su celular y su billetera se encontraran ahí. Salió del salón, y pasando una mano por sus ojos, sin querer golpeó a alguien en el hombro. Se disculpó mientras se giraba a verlo, pero sus palabras se detuvieron al reconocerlo.

Sabía quién era el rubio delgado que vestía el uniforme del equipo de fútbol. Le dijeron tantas cosas cuando llegó, y una de ellas era que aquel tipo era el que tenía problemas con Julien constantemente. El hecho de que se drogaba seguía siendo un rumor para los demás, pero no para él, al ver sus ojos rojos y pupilas dilatadas, el olor, lo supo. Ricky, lo miró por unos segundos con la expresión seria en su rostro y no dijo nada al marcharse. Jean continuó mirándolo, se fijó en el camino que estaba tomando y notó que más adelante, Julien se dirigía al baño de damas.

¿Había posibilidad de que él la esté siguiendo?

Dudó unos segundos, pero luego lo dejó pasar. Supuestamente Julien es quien causa los problemas, o eso dicen los demás. No hay razón para que Ricky le haga algo a menos que ella le provoque ¿Verdad?   

Se adentró al comedor, compró lo mismo de siempre y tomó asiento en la misma mesa. Quiso distraerse en el celular pero no podía evitar mirar las puertas cada vez que alguien entraba. Como si buscara alguien, alguien que al final no llegó. Era extraño, Julien contaba sus monedas para comprarse algo ¿No? Entonces, ¿Porqué no aparece?

 Media hora pasó cuando el timbre volvió a avisar que el receso había terminado, fue extraño no encontrarla tampoco en su pupitre. Aun así, no le tomó importancia, si estuviera en problemas alguien avisaría. Además, no era asunto suyo. La clase empieza unos minutos después de que el profesor llega, Jean intenta copiar lo que dice en el pizarrón. La puerta se abre y la persona entra sin tocar, Jean no le tomó atención hasta que escuchó la voz del profesor decir el nombre de la chica. Levantó rápidamente la cabeza, Julien se dirigía a su asiento con una mano en su abdomen mientras ignoraba las preguntas del profesor.

Se sienta, con los ojos entornados y las cejas un poco arqueadas de enojo. Fastidio. Tal vez desprecio también. 

Alejó la mirada de ella, capaz tuvo un accidente, es muy torpe entonces no se sorprendería de ello. El profesor continúa con su clase pasando de alto la tremenda ignorada que le dio la alumna. Tampoco se sorprendía, todos sabían que era muy problemática. Pero Jean no estaba muy seguro de ello. Solo había escuchado lo que los demás decían, pero no lo que ella tenía para decir.

¿Porque no lo cree por completo? porque algo no encaja o eso quiere creer.

Volvió a verla de reojo, y notó que su labio inferior estaba partido. Sangre brotada a cada segundo, y Julien se pasaba la lengua para quitarlo. Cuando entró y el profesor le preguntó si había tenido un problema, ella no le respondió porque sabía que no serviría de nada hacerlo. ¿Hablar? Sirve, pero no cuando todos creen que tú eres la causante de todo. Su padre era la única persona que podía ayudarle en realidad, pero ella no lo sabía o mas bien, no lo creía. Han tenido tantos problemas, discusiones sin sentido por el mal humor de él o el de ella. La forma en que le ha demostrado a ella desde muy pequeña que no es importante, le hace creer que decirle algo sobre esto no valdrá la pena. Que lo único que él le dirá cuando ella le confiese el maltrato que recibe, es: No me hagas gastar el tiempo, tal vez seas tú quien lo ha provocado todo. Ahora me iré al trabajo. 

Que se pudran todos.

 

   (...)

Introdujo la llave y abrió la puerta. Se sentía cansada, el dolor en su abdomen era fastidioso. Lo único que espera hacer es acostarse en su cama y no levantarse en lo que queda de la tarde. Pensó que tal vez mañana no asistiría a clases, podría mentir y escapar al acantilado una vez más. El auto rojo de su padre está estacionado en el exterior de la casa, y cuando pasó por la sala vio de reojo a su padre conversando con alguien, sentados en los sillones bebiendo un buen vino. Por la voz fina supo que era una mujer, siguió adelante, ignorando, comenzó a subir las escaleras lo más rápido que pudo para escapar de ahí. Pero él la llamó por su nombre, y le pidió que regresara. 

Maldiciendo hizo caso, agarró los lazos de su mochila y caminó hacia ellos. 

Las cejas de Adam se fruncen al ver su rostro, su labio lastimado se destacaba demasiado. 

—¿Qué te pasó? —le preguntó. La desconocida al darse cuenta que no se dirigía a ella, miró detrás de sí misma a ver la adolescente. Se sobresaltó, su rostro palideció como si hubiera visto a un fantasma. 

—Me golpee con una puerta. —dijo finalmente sin dejar de ver a la mujer con extrañez por su reacción —Buenas tardes. 

—¿Julien?—Se levantó del sofá sin dejar de mirarla,  rodeó el mueble y la abrazó sin esperar más. Julien emitió un gemido de dolor. —Eres tu, por un momento creí...

—Que ella era Sidney. —continuó la oración Adam. 

La mujer se aleja y la observa de pies a cabeza, Julien nota como sus ojos comienzan a cristalizarse. Entonces da un paso atrás, con incomodidad y molestia.

—Estabas tan pequeña cuando te vi por última vez, una bebé. —pasa la mano por sus mejillas y aleja las lágrimas mientras se disculpa.  —Lo siento, me he emocionado. 

Adam se levanta del asiento y se acerca a ella deteniéndose al lado de su hija. una sonrisa suave posaba en su labios, Julien no sabe que decir, solo mira a la mujer como si estuviera desquiciada. 

—Julien, ella es Kayla. —la presenta, —La hermana de tu madre.

Sus cejas dejaron de fruncirse, se levantaron con sorpresa y volvió a mirar a la mujer. No tenía ningún parecido a Sídney. Kayla era castaña, Sídney era rubia como su hija. Tenía los ojos verdes pero Kayla los tiene marrones oscuros, sus facciones son distintas. Su sonrisa y su mirada. Levantó una ceja creyendo que le estaban jugando una broma.

—Soy su hermanastra, en realidad. —Eso aclara muchas cosas. —Pero es un gusto volver a verte, he querido venir a verte desde hace mucho pero no he podido. ¿Qué te pasó en el labio?  

Julien apenas estaba procesando todo.  

—Me golpee con una puerta. —mintió, perdida en sus pensamientos.

¿Por qué su padre se lo ocultó? No tenía sentido por que en sí no había nada de malo en decir que tenía una tía. La mujer le preguntó a Adam si tenía algodón y alcohol para curar a Julien. Él desapareció por unos segundos y cuando regresó, Julien y su tía estaban sentadas en el sillón grande. Kayla quiso limpiar su labio, pero Julien se apartó.

—Puedo hacerlo yo, gracias. —tomó el algodón y sin tener que mirarse, comenzó a curarse el labio. El ardor solo le duró unos segundos, luego dejó de quejarse. Mientras tanto, Kayla no dejaba de observarla tanto que comenzaba a dar miedo. Julien era la viva imagen de su hermana, es como tener a Sídney a unos centímetros, se sintió extraña, un escalofrío recorrió su cuerpo. Ante el extraño silencio, Adam decide hablar.

 —Vamos tener vacaciones por dos semanas, Julien. Obviamente tú seguirás yendo a la escuela cuando debas hacerlo, —la menor bufó. —pero yo dejaré de trabajar en esas dos semanas, le diré a Ford que se ocupe por mi. 

—¿Porqué? —preguntó, mirándolo a él e ignorando la observada que Kayla continuaba dándole. 

—Quiero pasar tiempo contigo. —Admitió él, como si nada. 

—Ah. 

¿Se lo creyó? No, llega una mujer, Adam pide vacaciones por dos semanas, cosa que nunca hizo anteriormente. ¿Va a creer que es porque quiere pasar tiempo con su hija? No. Lo hacía por esa mujer, por algo estaba aquí. Entonces, Julien la miró y aunque Kayla aún no apartaba sus ojos de ella, Julien la examinó sin disimular. De hecho, quería hacerla sentir incómoda, Kayla llevaba un vestido rojo, corto, su piernas ejercitadas estaban cruzadas. El escote era muy abierto, ella era delgada, su cabello castaño y largo cubriendo sus hombros. Y su rostro, maquillado.

—¿Cuántos años tienes, Kayla? —su padre la reprendió, la edad no era muy educado de preguntarle a alguien. Pero Kayla no se ofende. 

—¿Cuántos años crees que tengo? 

—Veintiséis. Podrías ser mi hermana. —Kayla sonríe y Adam cierra los ojos rezando para que Julien se callara. 

—Tengo treinta y ocho. —aclaró. Y se levantó del sofá. —Iré a ver como va la comida. 

—Que amable, pero Amelia se está haciendo cargo. —La menor le habló rápidamente. Mientras veía a la mujer caminar hacia la cocina. 

—Lo sé, pero veré si puedo ayudarle en algo. 

Apenas desapareció, Adam llamó la atención de su hija. No estaba para nada contento, habia planeado esto y quería que fuera especial, creyó que con esto Julien cambiaria un poco y se pondría feliz. Fue todo lo contrario.

—¿Podrías dejar de incomodarla? 

—¿incomodarla yo? —él le dio una mirada recelosa. —¿Quién es realmente ella? 

—Es familia de tu madre. ¿No era eso lo que querías? 

—Si, pero que lo dijeras desde un principio. No que de la nada traigas a una extraña a la casa. —susurró para que solo ellos se escucharan por si Kayla decidía volver. 

—Su nombre es Kayla, no es una extraña. Es tu tía, así que un poco de respeto no te cuesta nada. —Ambos se acomodan cuando ella regresa, y el le sonrie. Julien acercó la espalda en el respaldar del sillón, se cruza de brazos. Dando a entender que no va a discutir. 

—¿De qué hablan? —preguntó la mujer acercándose a ellos. 

—Julien se siente un poco cansada. 

Cuando Kayla tomó asiento al lado de Julien, la menor no disimuló la mala cara. 

—Que vaya a descansar si quiere, le podemos guardar algo. —Adam negó con la cabeza. 

—Me dijo que tiene hambre. ¿Verdad, hija? —aquella última palabra se sentía extraña viniendo de un hombre que no la llamaba así nunca. Julien fingió un sonrisa y asintió.

—Dime, Kayla ¿Tú y mamá eran unidas? —cambió de tema, acomodándose en el sillón. 

—Si, lo éramos. —tomó su copa de la mesita de vidrio, y bebió. 

—Cuando viste a papá de joven, ¿Era hermoso como dicen?  

—Claro que si, ¿No le has enseñado una foto tuya de joven? —Le preguntó a Adam. Pero Julien se apresuró en responder.

—Si las he visto, en internet hay varias. Pero quería saber si en persona él era igual. Hoy en día te editan todo. 

—Soy lo que ves, Julien. —Dijo Adam, sonriendo hacia Kayla. 

—Pero, ahora estás viejo. —la sonrisa desapareció, y le dirigió una seria mirada. Se sintió avergonzado. Pero se tranquilizó cuando Kayla comenzó a reír.

—No siempre importa la edad, Julien. Hay personas que se cuidan y se conservan muy bien. Tu padre, para la edad que tiene, físicamente está mejor que muchos. 

<<Y mentalmente está peor que todos.>> pensó la adolescente.

—Tú también, Kayla. Ojalá fuera así conmigo cuando sea una señora como tú. —La tía levantó las cejas. Y la última palabra retumbaba en su interior. ¿Señora? Julien lo notó y se guardó las ganas de reír. 

—Señorita. —Adam corrigió a su hija. —Julien, ve con Amelia y ayúdala en lo que puedas. 

—Pero si Amelia es la única que debe ocuparse de eso. Para algo le pagas. —intencionalmente queria quedar como una odiosa en frente de esa mujer.

—Si, pero tú eres tan amable y considerada que te vas a parar, pedir permiso e irás a ayudarle. —la sonrisa de Adam decía: Niégate a hacerlo y te quedas sin comer todo el mes.

 

 Julien se levantó del sofá sin dejar de retar a su padre con la mirada, pidió permiso, rodeó los muebles y caminó hacia la cocina. 

 

—Es muy educada. —escuchó a Kayla decir. 

Alguien ríe en sus adentros.

Amelia levantaba la tapa de la olla, mientras se fijaba el arroz. Cuando ve a Julien entrar, le preguntó si quería algo de tomar, pero se negó y tomó asiento en una de las sillas de la isla. 

—¿Que pasa? 

—No me agrada. —soltó. 

—¿Te refieres a Kayla? —Julien asintió. —pero recién hoy la conociste. ¿Tuvo mala conducta contigo?

—No, de hecho es muy amable. No deja de mirarme y se siente raro. —comentó, apoyando la mejilla en la fría mesa. Amelia sonrió. 

—Si, cuando vino a ayudarme me dijo que estaba sorprendida del parecido que tienes con su hermana. Eres muy idéntica a ella. 

Julien bufó con amargura.

—Soy la sombra de Sídney ¿Verdad? —La anciana abre el horno y con un tenedor se fija si al pollo aún le falta. —El mal humor que papá ha tenido desde siempre fue por el parecido que tengo con ella. Las personas que conocieron a mamá antes de morir, siempre que me lo recuerdan. Ya me cansé de eso, Amelia. 

—Lo de tu padre, él sabe que lo que hizo por años no estuvo nada bien. Tal vez llamó a esa mujer para tratar de arreglar las cosas contigo, sabe que te sientes sola en este lugar. —Amelia tomó asiento frente a ella. 

—Me hubiese gustado que fuera él quien me acompañe. —creyó haberlo pensado. Amelia sonrió, ya que la chica nunca había dicho algo así nunca antes. Ni mostrado algún afecto hacia Adam durante años. Julien levantó la cabeza a mirarla. —¿Necesitas ayuda? 

—En realidad no, lo mismo le dije a Kayla. La cena estará lista dentro de un rato.

—¿Puedo servirme yo misma? Tu sueles servirme mucho, y la verdad es que hoy no tengo mucha hambre. —Amelia aceptó. Pero luego frunció el ceño. 

—¿Tu herida volvió a abrirse? 

—Me golpee con una puerta, —se encogió de hombros.

—Ten cuidado la próxima vez. 

No le creía, desde su corta charla con Adam ha estado muy pensativa, preocupada, hasta pensó en rebuscar en su habitación algo que pudiera confirmar la sospecha.

La menor regresó al living y con excusa de que se cambiaría de ropa, su padre la dejó ir sin antes decirle que no se tarde tanto. Su habitación no cambió en nada, era el segundo lugar que Amelia no tenía permitido entrar. El primero es la habitación de Adam. Dejó la mochila en su cama y buscó algo cómodo para estar en casa, no una pijama, hay visitas. Se quitó la remera y se vio en el espejo grande junto a su armario. El movimiento le hizo doler, observó el moretón formarse de a poco en su abdomen. Recordó como Ricky se coló en el baño de mujeres, las que estaban adentro salieron para no ser parte del problema que se estaba por formar. Él la golpeó dos veces cuando ella se negó a entregarle su dinero, su puño golpeó la parte baja de su abdomen dejándola sin aire por unos minutos y le con demasiasa cercanía intentó besarla pero lo unico que consiguió fue lastimarla. Aprovechó ese momento para quitarle sus monedas e irse de ahí. Un completo desgraciado.

Julien tomó la crema que la enfermera le regaló, y colocó un poco en donde le dolía, se dio pequeños masajes y continuó vistiéndose. 

En medio de la cena, Julien comía con tranquilidad, tenía la mente en otro lado mientras que los demás charlaban divertidamente. Más Amelia y Kayla, ambas compartían secretos de comida, y de vez en cuando Kayla soltaba uno que otro recuerdo que a Adam le incomodaba. Claro que ella no sabía que él se sentía incómodo, solo no habló. Su mente estaba siendo torturada al recordar cada cosas que ella relataba. Por un momento creyó que traerla no había sido buena idea, se suponía que él debía dejar ir a Sídney, pero con alguien recordandole momentos familiares donde Adam estuvo presente, no lo iba a lograr. 

—¿Adam, recuerdas cuando con papá nos fuimos a pescar? Sidney resbaló y cayó en el rio, Adam no dudo en lanzarse ya que ella no sabía nadar. Fue un susto tremendo. —rie junto a Amelia.

El dijo "perdon", se levantó de la mesa y se retiró a la cocina, abrió la puerta que le dirigía al patio trasero, para tomar un poco de aire. 

Definitivamente, no era sano lo que le sucedía. 

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