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¿Dónde están? 

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Farah Everard, 29/02.

Me cruzó con algunos amigos de mi padre los cuales me felicitan por la espectacular fiesta que hemos organizado este año, las luces habían empezado y tenía que correr hacia donde estaba Aster o iba a matarme por dejarla sola.

— señora McClein ¿ha visto a Aster? 

— Claro que sí, se fue con tu hermano al bosque — dice con una gran sonrisa volviendo a ver la luces 

¿fueron al bosque? Y sobretodo la verdadera pregunta era ¿qué hacían juntos? 

Decido apreciar las luces en espera de mi hermano y mi amiga, las doce de la noche y dejaron de pasar como era costumbre, comi una bolsa entera de gomitas cuando me percato de que todos se despididen y comienzan a irse a sus casas pero yo seguía esperando en aquella banca.

El frío de la noche se hacía presente al igual que una inmensa soledad y oscuridad.

— hija vamos ¿a quién esperas? — veo a mi padre con una manta en las manos 

— estoy esperando a Flegt y Aster, se fueron al bosque para ver las luces. 

— vamos a casa, seguro no tardará en volver, es mejor que esperar aquí.

Me cubro con la manta y nos vamos a casa, pasaban las horas casi salía nuevamente el sol y no había rastro de ninguno de los dos, opté por pensar que regresaron tarde y decidieron quedarse en la casa de Aster.

A la mañana siguiente despierto temprano y salgo corriendo a la habitación de Flegt para decirle feliz cumpleaños pero la habitación estaba vacía, la cama estaba hecha y no había desorden.

— ¿has sabido algo de Flegt? — le pregunto a mi padre quien esta tomando una taza de café y lee el periódico 

— pensé que a estas horas habría vuelto.

— voy a ir a buscarlos — tomó mi chaqueta y me dirijo a la puerta 

— no vayas a adentrarte al bosque, avisaré a la comisaría para que comiencen con la búsqueda.

Todo estaba con normalidad las personas caminaban por las calles sin percatarse de lo que sucede a su alrededor, los niños juegan en el parque y los perros corretean con ellos, llego a la casa de Aster la cual esta completamente vacía, no había rastro de ninguno de los dos ¿dónde están y por qué me dejaron sola?

Han pasado horas, mis pies duelen y el frío se vuelve cada vez más fuerte, las búsquedas en el bosque han comenzado pero no han encontrado nada y solo me queda sentarme a esperar en aquella fría banca en donde se suponía que Aster debía estar. 

— ¿aún no han encontrado nada? 

— encontraron la mochila y el celular de Aster en una pequeña montaña al final del bosque. 

Tomó la pequeña mochila y veo en su interior un suéter que le había robado a Flegt hace años, una linterna y una bolsa de papas fritas, ella nunca se iría sin sus cosas, algo estaba mal.

— ¿crees qué existe una posible de qué hayan escapado juntos? — pregunta preocupado 

— ¿hablas de tu hijo el cual no comería un dulce si no se lo permites? Es imposible que hayan escapado y Aster nunca dejaría sus papas perdidas. 

— los encontraremos, ¿quieres ir a decirle a la tía de Aster? — asiento y me levanto de la banca.

Comienzo mi camino hasta la casa de la tía Samantha, me quedo helada al estar enfrente de la puerta ¿cómo le explico qué Aster desapareció? 

— ¿qué sucede Farah? 

— es que.. — un nudo se forma en mi garganta y las lagrimas comienzan a salir 

— no tengo tiempo para escuchar tu llanto, necesito ir de compras a la ciudad.

— Aster no aparece desde la noche, supongo que le hubiera gustado saber que su sobrina no aparecía.

Me doy la vuelta y comienzo a caminar, lastimosamente la única familia de Aster era la tía Samantha, una mujer que no movería ni un dedo para buscarla porque sus uñas se dañarían. 

No hacía falta que ella la buscara porque yo lo iba a hacer aunque me llevara una vida buscándola la voy a encontrar. 

— ¿qué dijo la bruja de Samantha? — pregunta mi papá con diversión 

— nada, no creo que tuviera algo bueno que decir al respecto, estaba muy ocupada planeando ir a comparar ropa espantosa.

— tienes toda la razón — me da una barra de chocolate — necesitas un poco de dulce en tu vida y dormir.

— gracias papá.

— voy a seguir buscando en el bosque por favor ve a casa e intenta descansar un poco.

— ¿puedo ir contigo? Por favor.

Lo duda un momento pero me hace una señal para que lo siga.

Ahí estaba yo con el suéter de Flegt puesto y con la linterna de Aster iluminando mi camino entre los árboles hasta llegar a aquella montaña en la que encontraron sus cosas, estaba llena de flores amarillas, algunas estaban aplastadas como si alguien se hubiera caído sobre ellas, me quedo sentada en la punta un momento viendo hacia el cielo que empezaba a oscurecerse 

— por favor, díganme dónde están — murmuró entre llanto, una ráfaga de viendo choca contra mi rostro congelandome todo el cuerpo y decido levantarme para volver a casa.

— ¡Farah! 

Volteo a ver a aquella punta, había escuchado mi nombre sin duda pero no había nadie ahí 

— ¿hola? — me acerco con temor 

— ¡Farah! 

— ¡¿Qué?! — grito con desesperación pero no vuelvo a escuchar nada más. 

Corro cuesta abajo pero tropiezo con unas ramas lo que me hace caer, me había lastimado el tobillo pero mi único objetivo era alejarme de aquel aterrador lugar.

Todo salía mal, todo dolía y solo quería llorar, llorar como una niña pequeña la cual perdió a las dos personas más importantes de su vida.

— ¡papá!

Grito hasta que me encuentra, su rostro refleja preocupación, me ayuda a levantar y caminar por el oscuro y frío bosque hasta volver a casa, últimamente nada sale bien en este bosque, lo que un día fue un lugar hermoso hoy solamente es el recuerdo de la desaparición de ellos.

Tal vez este exagerando o tal vez no, sigo sin estar segura de todo.

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