Día II: Más Allá Del Arrecife

Ambientación Matutina. ALHÍ está surcando el mar en una pequeña barca. Se muestra entusiasmado, lleno de una valentía difícil de disimular. Es un día tranquilo, luminoso, se escucha el sonido del mar aunado a los graznidos de las gaviotas.

FEBRUS:          (Voz en off) ¡Regresa pronto, Alhí! ¡Recuerda tener mucho cuidado, el mar puede ser una criatura muy peligrosa si no se le trata con respeto!

ALHÍ:               ¡Nos vemos pronto, Maestro Februs! (Abre el frasco que contiene el almíbar sagrado y lo bebe. Efecto de sonido. Revisa la brújula). “A ese lugar donde el mar también es cielo…” (Da un vistazo desde la borda). A partir de hoy tengo cuatro días enteros para encontrar a Los Dioses Elementales ¡Tengo mucho tiempo! ¡El Maestro Februs se sorprenderá cuando regrese antes de lo estimado! (Transición) Desde donde estoy ya no se ve la Isla… (Se dedica a contemplar al horizonte. Maravillado) ¡Qué hermoso paisaje, todo es azul a donde mire! Desde aquí el mar no parece tener fin… (Ríe) Quién diría que más allá del arrecife aguarda un lugar tan maravilloso. No sé a qué peligros se refería el Maestro Februs, todo se ve tan tranquilo… (Revisa un mapa que lleva consigo, luego mira a través de un pequeño telescopio y ajea la brújula) ¡Mientras te lleve conmigo no puedo perderme! (Vuelve a mirar al horizonte. Poco a poco comienza a quedarse dormido) “A ese lugar donde el mar también es cielo...” (Bosteza) “A ese lugar donde el mar también es...”. “A ese lugar donde…” (Se duerme).

Aparece GAVIOTA, da algunas vueltas por los alrededores, viene tarareando alguna canción. En algún momento advierte la presencia de Alhí.

GAVIOTA:       ¡Uit, uit! ¿Pero qué eso? ¡Parece ser…! ¡Sí, es un niño! ¡Y para colmo está dormido! ¡Uit, uit! ¡Pero qué falta de descuido! Me acercaré y le daré un buen regaño, y me tomaré la molestia, única y exclusivamente porque soy un ave consejera. (Dirige su vuelo hacia la barca y se posa a un extremo de la misma. Grazna con fuerza para despertar a ALHÍ) ¡Uit, uit! (Al ver que no funciona, repite la acción; esta vez con más fuerza) ¡Uit, uit, uit! (ALHÍ no despierta. Repite la acción, está vez molesta) ¡Uit, uit, uit, uit, uit!

ALHÍ:               (Despierta sobresaltado. Protegiéndose con el telescopio) ¿Quién es? ¿Quién anda ahí?

GAVIOTA:       (Con elegancia para hacerse notar) ¡Uit, uit! (ALHÍ no advierte la presencia del ave) ¡Aquí estoy, zoquete! ¡Quise decir, uit, uit!

ALHÍ:               (Boquiabierto) ¡¿Puedes hablar?!

GAVIOTA:       (Petulante) Por supuesto que puedo hablar. ¿Qué te hizo pensar lo contrario?

ALHÍ:               Es que nunca antes había escuchado hablar a un animal… (Para sí mismo) Tal vez sea otro efecto del almíbar sagrado que me dio el Maestro.

GAVIOTA:       O tal vez hablar no sea una habilidad exclusiva de tu especie ¡Uit, uit! Por cierto, ¿se puede saber por qué estabas dormido? Es un acto bastante egoísta roncar en medio del mar, ¡interrumpes el armónico sonido del oleaje!

ALHÍ:               ¿Roncar? No sabía que yo roncaba…

GAVIOTA:       ¡Pero qué falta de irresponsabilidad! ¿Acaso ignoras que puedes extraviarte, muchacho?

ALHÍ:               Lo que pasó fue que…

GAVIOTA:       ¡El océano es una criatura muy peligrosa si no se le trata con respeto!

ALHÍ:               No fue mi intención...

GAVIOTA:       ¡Los jóvenes y sus locuras! ¡En mis tiempos veraniegos estas cosas no sucedías! ¡Tiempos aquellos! Los jóvenes escuchaban, y lo mejor: obedecían.

ALHÍ:               ¡Lo siento mucho! Es que disfruté tanto contemplando el paisaje que no pude resistirme...

GAVIOTA:       ¡Uit, uit! Pues, procura no maravillarte tan seguido aquí. Además, ¿a cuál paisaje te refieres? Yo solo veo azul por todas partes.

ALHÍ:               ¿Y tiene algo de malo el color azul?

GAVIOTA:       Nada, ¡pero estoy harta del color azul! El mar debería cambiar de color de cuando en cuando. No sé, le sentaría mejor ser morado, o verde, o rojo, o cualquier otro color estaría mejor.

ALHÍ:               A mí me gusta mucho el color azul…

GAVIOTA:       ¡Pues te felicito! A mí antes me gustaba, pero creo verlo tan seguido hizo que perdiera su encanto. ¡Uit, uit! ¿Y tú, de dónde vienes, Gigantón?

ALHÍ:               ¿Gigantón? Si apenas mido poco más de un metro. 

GAVIOTA:       Pues para mí eres un Gigantón, y yo nunca me equivoco, soy un ave experta en geometría. Ahora responde a mi pregunta: ¿De dónde vienes? ¿Eres pirata?

ALHÍ:               ¿Pirata? ¡No, yo no soy pirata! (Desconfiado) Solo estoy… ¡de paseo!

GAVIOTA:       (Confundida) ¿De paseo en medio del mar? ¡Uit, uit! ¡Pero qué falta de disparate es ese! (Para sí) Bueno, qué otra cosa podría esperarse de alguien que camina en dos patas y que además no tiene plumas... Vamos, no evadas mis peguntas: ¿De dónde vienes?

ALHÍ:               (Titubeando) Vengo de la Isla Kun. ¿La conoces?

GAVIOTA:       ¡La Isla Kun! ¡Quién no conoce La Isla Kun! (Maravillada) ¡Esa hermosa isla con forma de pez! Allí viven los kunianos… (Sentenciosa) Nunca me han agradado los kunianos. Todos ellos, sin excepción, son seres groseros, maleducados, mezquinos… (ALHÍ se muestra apenado. El emplumado advierte el gesto) ¡Uit, uit! Quise decir… Ay, Olvida lo que dije, Gigantón, tiendo a decir las cosas sin tantas plumas en el pico.

ALHÍ:               (Molesto) ¡Pues yo no soy esas cosas que tú dices!

GAVIOTA:       ¡No te enfades conmigo! Me harás creer que es verdad lo digo. La verdad duele, dicen por ahí… (ALHÍ se muestra más incómodo) Está bien, lamento si dije algo que te incomodara. ¡Uit, uit! Vamos, no te molestas conmigo, solo estaba bromeando. A ver, ¿cómo te llamas?

ALHÍ:               (Un poco más calmado) Me llamo Alhí…

GAVIOTA:       (Extrañada) ¿Alhí…? ¿Estás seguro?

ALHÍ:               Sí, que yo recuerde, siempre me he llamado Alhí.

GAVIOTA:       (Observa indiscretamente a ALHÍ de pies a cabeza) Pues déjame decirte, Alhí, que tienes cara de todo, menos de llamarte Alhí. ¡Tu nombre no concuerda con tu hocico; digo, con tu pico; digo, con tu nariz! ¡Uit, uit!

ALHÍ:               (Tocándose la nariz) ¿Con mi nariz? ¿A qué te refieres?

GAVIOTA:       Siempre he pensado que los nombres deben parecerse a las cosas que nombran. Créeme, si te digo que no tienes cara de Alhí, es que no tienes cara de Alhí.

ALHÍ:               ¿Hablas en serio?

GAVIOTA:       ¡Totalmente! ¡Yo en cuestiones esotéricas soy un ave muy lúcida! 

ALHÍ:               Vaya, quién lo diría. Pero a mí me gusta mi nariz, así no se ajuste a mi nombre… ¿Y tú cómo te llamas, Gaviota?

GAVIOTA:       (Estupefacta) ¡Uit, uit! ¿Y a ti quién te dijo mi nombre? ¿Cómo supiste que me llamo Gaviota? ¿También tienes habilidades extrasensoriales? 

ALHÍ:               Es que así se llaman todas las aves de tu…

GAVIOTA:       Sí, “Gaviota”, me llamo “Gaviota”. Y a diferencia de tú, mi nombre sí concuerda con mi nariz; digo, con mi hocico; digo, con mi pico. ¡Uit, uit! Aunque debo confesarte que hay algo que no me gusta de mi nombre, y es que todas mis hermanas se llaman lo mismo. ¡Es todo un problema identificarnos! Solo nos reconocemos por nuestras voces. (Vanidosa) En mi bandada yo soy una magnifica soprano, mi voz es envidiada hasta por las sirenas.

ALHÍ:               (Maravillado) ¿Las sirenas sí existen?

GAVIOTA:       ¡Por supuesto que existen! ¡Conozco muchas, Gigantón!

ALHÍ:               ¿Y también existe el…?

GAVIOTA:       El Kraken, Leviatán, La Hydra, Mobi Dick, la Bestia del Lago Ness, y hasta el Pirata Cascarudo.

ALHÍ:               ¡Eso es algo maravilloso!

GAVIOTA:       Pues no dirías esos si tuvieras algunas de esas criaturas en frente. Y cambiando de tema, es la primera vez que veo a un kuniano tan lejos de la costa; y además tan joven. ¿Si no eres un pirata, entonces por qué abandonaste tu hogar? (ALHÍ guarda silencio) Si no confías en mí no podremos ser amigos. (Sentenciosa) La amistad se fundamente en la confianza. Hazme caso, mira que también soy experta en relaciones públicas. 

El escenario comienza a nublarse. Se escuchan algunos truenos lejanos.

ALHÍ:               Estoy aquí porque necesito reunirme con Los Dioses Elementales.

GAVIOTA:       (Sorprendida) ¡Con Los Dioses Elementales! ¿Y qué motivo puede ser tan grande como para que vayas en su búsqueda?

ALHÍ:               (Triste) No quisiera hablar de eso…

GAVIOTA:       ¡Uit, uit! ¡Ya te dije que puedes confiar en mí, Gigantón!

ALHÍ:               (Vacila, pero al final accede) Está bien, te contaré…

GAVIOTA:       Así me gusta, pero te aconsejo que hables rápido, porque se avecina una tormenta.

ALHÍ:               (Alarmado) ¿Una tormenta?

GAVIOTA:       ¡Qué poco observador eres! ¿Acaso no sabes que no prestar atención es peor que estar ciego? (Truenos. El viento comienza a azotar la barcaza. Lluvia) ¿Te das cuenta?, ya comenzó a llover… ¡Y por los vientos que soplan: será una grande!

ALHÍ:               (Asustado) Yo nunca he estado en medio de una tormenta.

GAVIOTA:       ¿Hablas en serio? ¡Uit, uit! ¡Son criaturas feroces y hermosas! He visto como se tragan navíos mil veces más grandes que el tuyo, en un santiamén. Eso sin contar el agua helada, las olas gigantes, los tiburones, los rayos… (Advierte el pánico en los ojos de ALHÍ) ¡Uit, uit! Aunque es solo de cuando en cuando, Gigantón… Hay tormentas que solo asustan, una llovizna pasajera e inofensiva.

ALHÍ:               (Aterrado) ¿Y qué puedo hacer para atravesar una tormenta sano y salvo?

GAVIOTA:       ¿Qué puedes hacer? Dame un segundo… (Lame la punta de una de sus alas, luego la levanta como haciendo cálculos) Tomando en cuenta la velocidad del viento, la presión atmosférica y la temperatura, creo que lo mejor que puedes hacer es… ¡devolverte a La Isla Kun!

ALHÍ:               ¿Devolverme? ¡Nunca!

GAVIOTA:       (Enfática) Una tormenta en medio del mar es un suceso que no querrás presenciar, Gigantón. Hazme caso, mira que yo soy erudita en cuestiones meteorológicas.

ALHÍ:               ¡Eso nunca! ¡Debo reunirme con Los Dioses Elementales!

GAVIOTA:       ¡Qué falta de terquedad la tuya! Espero que al menos sepas nadar… (Preocupada) Por cierto, ¡debo retirarme!

ALHÍ:               ¿Me dejarás solo en medio de la tormenta?

GAVIOTA:       Cuando te encontré estabas solo… (Pausa incómoda) ¡Uit, Uit! Mira muchacho, de verdad me gustaría acompañarte para disfrutar juntos de la tormenta, pero debo… debo… ¡Uit, uit! Debo darle de comer a mis polluelos. Sí, eso, mis polluelos deben estar esperándome.

ALHÍ:               Pero…

GAVIOTA:       ¡Nunca me olvidaré de ti, Gigantón! Cuando esté vieja mis nietos conocerán tu historia, les contaré sobre un niño cuya nariz no correspondía con su nombre, que era tan distraído como para dormirse en medio del mar, y tan tonto como para enfrentarse a una tormenta. (LA GAVIOTA comienza a salir de escena a toda velocidad) ¡Uit, uit! ¿Qué lo acompañe en medio de un tifón? ¡Qué falta de locura! ¡Uit, uit!

(El viento y las lluvias arrecian, se escuchan truenos. ALHÍ se aferra de donde puede. Mira su brújula).

ALHÍ:               ¡La Brújula del Destino se ha vuelto loca! ¿Y ahora qué hago? ¡El Maestro Februs me advirtió de los peligros que me esperaban! Y este es apenas el primer día de mi viaje. Pero debo seguir, ¡una simple lluvia no va a detenerme! (Las lluvias se vuelven torrenciales. Truenos, las luces se apagan y encienden en repetidas ocasiones) ¡Maestro Februs, ayúdame! ¡Tengo que llegar hasta donde se encuentran Los Dioses Elementales! (Con brío) ¡Pase lo que pase debo reunirme con ellos! ¡Así tenga que enfrentarme a mil tormentas más! (Una ola gigante golpea la barca de ALHÍ, este cae en las aguas enfurecidas. Las luces se apagan. Silencio. Se escucha el sonido de delfines).

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