Capitulo 4 — Una poderosa Mujer

Mariel…

Bueno de mí no hay mucho que pueda contarles, soy Mariel Lamberts, hija del increíble Magnate Russel Lamberts y Catalina Lamberts. Mis padres han forjado su imperio a lo largo de los años gracias a nada más y nada menos que; El football americano.

Mis padres son los dueños de uno de los equipos mejor valorados en el mundo: Los Green Bay Parkers, con un valor estimado de más de $2,800,000,000.00 millones de dólares anuales así que, ya saben más o menos mi patrimonio familiar.

Desde pequeña me intereso el manejo de esto pues soy sumamente aficionada al deporte, es el corazón de mi nación así que, por ende, debía aprender cómo era.

Se que sonara extraño que, como mujer, busque dominar un mundo dónde solo los hombres han tenido acceso, pero, siempre hay una excepción. Mi único hermano, mi gemelo, nunca le ha interesado hacerse cargo de la firma y eso fue algo que molesto demasiado a mi padre.

Tanto que hubo un tiempo en que lo desheredo y le quitó toda ayuda financiera, pero, como el hombre que es mi hermano, supo salir adelante y creo su propio camino, junto con un amigo de él, iniciaron su propio taller mecánico, el cual ha tenido demasiado éxito, más por la galanura que es mi hermano.

Los dos somos fanáticos de las carreras, los autos, la acción. Así que no hay ni una duda de que somos hermanos de sangre, él es mi otra mitad, por la cual doy hasta mi vida. Además de que es un maldito playboy y de los peores, pero, digamos que se nos da a ambos.

En fin, volviendo al tema del legado de mi familia, cuando tenía 26 años le sugerí a mi padre que me diera la oportunidad de dirigir la firma, al principio se negó rotundamente alegando que ese no era el trabajo de una mujer, pero, como no me gusta que me digan que no, lo rete.

― ¡Padre dame la oportunidad! Verás que puedo ser mejor que cualquier persona que busques. ― me Cruze de brazos mientras lo retaba con la mirada.

Estábamos en su estudio, ya había pasado un mes desde mi primera petición y él se había negado sin darme una sola oportunidad, pero no me rendiría tan fácil.

― ¡Ya te dije que no! No es tu deber ni tú obligación querer ocupar el puesto que le toca a tu hermano, tu único deber es gastar el dinero de papá y después encontrar un buen esposo ― bufé antes sus palabras, ¿Que acaso me cree una princesa?

― Te das cuenta de tus palabras, papá quiero ser más que eso. Quiero brillar por mí misma y sabes que tengo la capacidad, solo, no me das la oportunidad de demostrarlo ― estaba enojada, furiosa, fastidiada. ¿Cómo podía creer que por ser mujer yo quería eso? ¿Que acaso no puedo ser como él o incluso mejor? ¿Que por ser mujer mi destino solo es gastar y tener marido?

― No y mil veces no hija, es un ambiente cruel donde los hombres son despiadados y no arriesgare a mi única hija a que ellos te quieran lastimar ― se levantó de su silla y se acercó a mí, debo decir que sus palabras me conmovieron, pero, podía demostrarle que de luchar contra ellos, tengo la capacidad siempre lo he demostrado.

― Dale una oportunidad Russell, no sabes de lo que es capaz tu hija si no lo intentas ― mi madre entró al estudio y hablo con una voz apacible y dulce que, haría caer a cualquiera y ahora lo hizo con mi papi.

― ¡Gracias mami! ― sonreí y corrí a abrazarla, ella es mi mayor ejemplo.

― Amor, no te metas en esto no hay discusión, por favor ella... No puedo arriesgarla a ese ambiente ― agachando la cabeza mi padre contestó, sabía que le tenía miedo a mi mamá.

― Ella se ha defendido desde que es pequeña de todo aquel que quiera abusar o pasarse de listo y tú lo sabes ― inquirió alzando la ceja mi mamá.

― Pero...

― No hay peros Russell, ella quiere ser diferente, jamás ha jugado con muñecas, siempre adoro las emociones locas y desatrampadas. Debes entender que tu hija no es como yo, ni como las demás hijas de tus socios. Ella es como tú y lo sabes. ― escuchar esas palabras de mi dulce madre casi me hicieron llorar, no sabía que me tenía en tan alta estimada.

― Ay mami, te amo ― no dude en decírselo y es que, en mi familia, a pesar de que siempre hemos tenido dinero, jamás ha faltado el cariño o las muestras de afecto como en muchas otras familias de la alta sociedad, mis abuelos y mi única tía siempre hemos convivido en armonía por lo que no conozco de peleas familiares por la herencia ni nada por el estilo.

― ¿Estás segura de que quieres entrar a este mundo Mariel? ― pregunto mi padre acercándose a mí con las manos en sus bolsillos.

― Padre, dame la oportunidad, lo haré bien y no te voy a decepcionar ― el rostro se me ilumino y mi sonrisa no podía desaparecer, estaba increíblemente feliz.

― Bien, mañana te llevaré a las oficinas del equipo, te presentaré ante todos, pero debes saber esto hija ― me toma de los hombros y su rostro denota seriedad ― este mundo o eres cazador o eres presa. Los hombres somos ambiciosos y al ver qué tú, como mujer, quieres estar al frente de un equipo de football americano, un deporte dónde solo reinan los varones, te van a querer destrozar. Pero no los dejes, rómpeles las bolas si lo deseas, papá siempre te cubrirá.

― Lo haré padre, nadie me va a menos preciar de ese debes estar seguro ― me abrazó con fuerza al igual que a mí madre.

Después de eso mi padre me presentó ante la junta directiva, ¿Y qué creen? Si, paso lo que él me dijo. Todos estuvieron muy en contra de mí, querían literal sacarme a patadas si no es por qué mi familia es la dueña, creo que ya estaría en la calle.

Pero no me deje, puse las cartas sobre la mesa y les demostré mi valía, les demostré lo que Mariel Lamberts puede hacer y no solo romper sus malditas bolas y hacerlas picadillo.

Aprendí, cada jugada, cada posición del deporte, aprendí como se maneja la NFL. Aunque en el corporativo hay muchas mujeres que trabajan, ninguna está al frente de algún equipo si quiera.

Descubrí que este deporte es una mafia donde los más poderosos se regordean de los millones que los jugadores les hacen ganar, son crueles, despiadados, malditos y asquerosos. Pero ¿Adivinen qué? Yo también lo soy.

Cómo dice el dicho "Soy una mujer, escúchenme rugir", les demostré a cada uno de esos malditos que mi vagina tenía más poder que sus asquerosos miembros, soy dura, inmutable y no por nada. Los jugadores de mi equipo me apodan "La diabla".

Si suena un poco descabellado, pero, les exijo resultados si quieren que les pague. Nunca me pierdo un solo juego, nunca faltó a ninguna reunión, es así como me gane un lugar en este mundo dirigido por hombres.

Mi madre dice que debí ser niño pues, siempre he sido todo lo contrario a lo que ella esperaba y no es que se avergüences de mí, sé que me ama, pero jamás quiero ser como dicta la sociedad, yo soy yo y eso es lo que importa. Una vez me preguntó si no me gustaban las mujeres a lo que yo me reí con fuerza y créanme que se lo que me encanta y sin son los penes.

Nunca seré lo que los demás esperan de mí, quizá por eso mi círculo de amigas es sumamente reducido, pero, con ellas me conformo. Somos las tres tal para cual, Paola, Lena y yo, somos la bomba que ese mundo necesita y más adelante les diré el porqué.

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